Desertor laboral

Desertor laboral

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14/09/2022

Nacer para trabajar parece uno de los peores negocios que he hecho en toda mi vida. Y más cuando el trabajo al que me dicen que estoy «destinada a hacer» es el de venderle a la gente la idea de que comprar mis productos, le dará algo de sentido a sus vidas.

Vender es un arte, pero uno que ha sido mal empleado a lo largo de la historia. Hoy se sabe que las personas buscan experiencias y memorias, y acá sí que me siento ligeramente más alineada con la idea. Sin embargo, vivir para vender, recién descubrí, que no es lo mío.

Este descubrimiento se remonta a mi último empleo prepandemia, en el que se prometían momentos mágicos de crecimiento y aventura, y que posteriormente se terminó convirtiendo en una de las pesadillas laborales más importantes de mi recorrido como colaboradora.

Así nos llaman en panamá a las personas que prestamos servicios profesionales dentro de las empresas privadas. Es una etiqueta que, en lugar de halagar, reduce. Y más cuando el objetivo de nuestra labor no es tan solo colaborar, sino ganar, crecer y desarrollarnos como resultado de los aportes que ofrecemos con nuestros conocimientos y trabajo.

Es común ver a los «colaboradores» de acá muy descontentos con sus empleos. Por lo general, el servicio que prestan es deficiente a causa de la precariedad de los salarios. La remuneración se ha convertido en una burla para quienes se han esforzado por años en aumentar sus conocimientos. Por lo general, los anuncios de las vacantes disponibles enumeran una lista interminable de requisitos, en apariencia, incumplibles por una sola persona, a cambio del salario mínimo y con suerte, comisión o bono por resultados.

Yo me pregunto, ¿es que acaso tiene sentido pedir en una sola persona habilidades y destrezas técnicas que pueda reunirse entre varios? ¿Las empresas tendrán esa vacante disponible porque saben que pueden encontrar dicho perfil o tan solo porque anhelan que exista?

Facundo Cabral decía, «Mira si será malo el trabajo, que deben pagarte para que lo hagas».

Puedo pecar de insolente. Así me siento a veces cuando me expongo. También sé que puedo estar equivocándome con mis juicios generalizados; solo hablo desde mi experiencia dentro del mercado laboral, del cual había desertado mentalmente antes de ser despedida. Me sentí resentida por muchos años previo a esto. Ahora sé que la despedida solamente fue la puerta que me mostró el otro lado del camino.

En ocasiones los jefes, se convierten en una pesadilla. Estos cumplen un rol determinante en la experiencia de cualquier empleado, puesto que bien pueden ayudarte a que te desarrolles y formarte, o pueden ponerte la piedra más pesada que consigan a su paso para evitarte la posibilidad siquiera de que sientas el impulso de subir. Algo así fue mi última experiencia.

Fui criada con la idea de que el trabajo lo es todo y para progresar se debe conseguir uno «bueno», aguantar cualquier situación en silencio y cumplir con tus asignaciones sin contradecir a tus superiores. En casa se tenía la creencia de que sin este no se lograría nada en la vida.

El guerrero no se rinde ante lo que le apasiona, encuentra el amor en lo que hace.” El Guerrero Pacífico

Ahora puedo decir que, ya tuve ese trabajo. El bueno, el malo, el bien pagado y el que no. Ya fui lo suficientemente sumisa como para no notar que iba por el sendero equivocado de la vida, ya cumplí órdenes absurdas que me trajeron como resultado exponer el temor que sentía hacia la posibilidad de perder eso tan «bueno» como para defender mis puntos de vista.

Trabajé vendiendo turismo, productos de belleza, hoteles y cocinas. Hasta que me dije ¡Basta!

Hoy en día sé que nada tiene que ver el trabajo en sí mismo, sino la vocación. El despido me sirvió para identificar mis verdaderas aptitudes. Me sirvió para encontrar un propósito y alinearme con él. Lo que me hace recordar la frase de Confucio.

Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida. (Confucio)

Si tu trabajo es tu propósito, entonces te sentirás condenado a hacerlo. Si tu propósito es tu trabajo, entonces sentirás la satisfacción de hacerlo cada día.

Yo encontré el propósito de hacer un trabajo satisfactorio. De hecho, fue buscándolo que me encontré. Y, haber recorrido todos esos empleos anteriores fue lo que me trajo a este nuevo camino. Agradezco haberlo descubierto justo antes de que la máquina consiga remplazar la vida humana por completo.

Atender clientes ya lo hacen los bots. Pero acompañar y escuchar genuinamente las necesidades de quienes buscan cambios transcendentales en su vida aún no podrá suplirse con equipos tecnológicos.

A ningún hombre debe obligársele a hacer el trabajo que puede hacer una máquina. (Henry Ford)

Estoy de acuerdo con Ford. Abrazar la evolución también implica aceptar que hay trabajos que pueden automatizarse. La invención del hombre debe resultarnos útil para conseguir esto. Pero, qué necesidad existe de forzar a otros a hacer trabajos obsoletos e innecesarios cuando se les puede instar a realizar funciones en las que se sientan verdaderamente útiles y valiosos.

Una sociedad en la que la vocación y el trabajo se separan de la mayoría de la gente crea gradualmente una economía que es a menudo carente de espíritu, que llena con frecuencia nuestros bolsillos a costa de vaciar nuestras almas. (Sam Keen)

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