Dar clases, ser parte de la vida de la nueva generación.
Tras años de haber estado bajo el apoyo de mi madre pensaba que terminar la universidad sería algo sumamente fácil, sin embargo una crisis que afectó a mi familia me hizo darme cuenta que no podía seguir dependiendo de ella. Así fue como una tarde estaba sentada en una de esas bancas de concreto de mi bella universidad, junto a mis compañeros y surgió, sutilmente, la idea del trabajo. Puesto que algunos de ellos realizaban trabajos por su cuenta querían saber si yo estaba pensando en hallar uno, el que fuera que me permitiera mantenerme en la carrera, sin embargo no aceptaba que no quería hacerlo, me aterraba trabajar. El asunto dio vueltas en mi cabeza durante varios días así que cansada de tanto pensar, comencé a preparar mi currículo. Enviaba por correo electrónico e iba a varios lugares a entregar mi papelería sin obtener éxito, poco a poco fui sintiéndome hundida en la tristeza y de alguna manera también mi familia, con una mezcla de enojo pues era yo quien había llegado más lejos en el estudio que todos ellos. Necesitábamos que mi hermano terminara el diversificado pero no habían ingresos, él tanto como yo se sentía angustiado pero no quería admitirlo. Fue así como al final, después de meses de búsqueda se me presentó una oportunidad en un campo que en realidad no quería aceptar pero al que le dije sí, aunque tenía mucho miedo de cometer un error.
Este trabajo, mi primer trabajo, tenía una entrevista para dar clases en un colegio y la entrevista era apenas dos días antes de comenzar a laborar, esto se debía a que los maestros deben tenerlo todo desde una semana antes de comenzar las clases. Por supuesto, me presenté, no podía darle la espalda a la única oportunidad que se me presentaba para apoyar a mi familia, en ese momento creía que eso me permitiría seguir en la universidad pero lo único realmente importante era poder darle de comer a mis hermanos y a mi mamá, lograr que mi hermano terminara su carrera. Sin embargo, la sola idea de dar clases me ponía nerviosa, nunca me vi como maestra, pero era necesario afrontar un miedo más. En la entrevista vieron mi listado de cursos aprobados, lo cual fue lo más aportó para quedarme con la plaza, mi misión era dar varias clases a los distintos grados que se impartían, educación básica y los jóvenes de diversificado y bachillerato. Eran casi trece asignaturas, jamás había dado clases y algunas de ellas no estaba muy segura de que se trataban pues mezclaban dos de las que había llevado alguna vez. Al preguntarme si estaba dispuesta a tomar el trabajo dije decididamente que si, sí, porque aunque nunca lo había hecho sabía que podía aunque eso significara investigar de algunos cursos y leer varios libros.
Fui a la biblioteca de la universidad para pedir prestados algunos de los libros, fui a algunos lugares para comprar otros, trabajaría de lunes a viernes, Al finalizar la tarde del día de la entrevista recibí una llamada del colegio, necesitaban con urgencia a un maestro de matemáticas para la siguiente semana, lo que significaba que desde el día siguiente yo debía presentarme a trabajar. Era necesario elaborar planes mensuales, desglosarlos en planes semanales y para que todo fuera aún mejor era necesario tener un plan diario también. No había pensado en que los maestros tenían más trabajo aparte de calificar tareas y realizar exámenes, creo que los subestimé por tanto tiempo. Por supuesto, un maestro ayuda a forjar una buena educación, valores, principios, ayudar a crecer al estudiante; un trabajo complejo con una paga mala, su trabajo no acababa en el colegio, continuaba en la casa y los fines de semana en ocasiones. Ahora comprendo que todos aquellos maestros que tuve se esforzaron por amor a todos sus estudiantes y era necesario que yo también diera lo mejor de mí.
Obstáculos
Parte de lo que yo creía que serían obstáculos era el poder hablar en público, siempre fui tan callada, tan tímida, dar clases suponía poder desenvolverme frente a mis alumnos como si yo fuera dueña de todo el conocimiento necesario. Pero es que tampoco sabía algunas cosas, por ejemplo en geografía económica, ¿De qué trataba? y con estadística, realmente me costó entender esa clase, en estudios sociales el problema era que no era muy buena para las fechas aunque en su momento le puse mucho empeño. Pero una de las cosas más difíciles era tener la capacidad de comprensión para con cada estudiante, cada uno de ellos era un mundo distinto al mío, un mundo complejo en el cual me adentraría tan solo un poco, tan solo durante las horas de clases y habían jóvenes problemáticos, jóvenes brillantes, jóvenes tímidos, de todo tipo. ¿Cómo podría yo comprenderlos si eran tan diferentes? si yo no era tan social, ese era quizá el más grande obstáculo.
Realización
Y entonces, las clases comenzaron. Tomé a uno de mis profesores como un ejemplo a seguir para poder desenvolverme, recuerdo que le busqué para que me diera algunos consejos, era mi más grande ejemplo de desenvolvimiento, también recordé como daban las clases algunos maestros de matemáticas y física para tomar ese carácter al dar esas clases. Era como si tuviera que variar mis expresiones según fuera la clase a impartir y también pasaba con el grupo que tuviera a cargo en cada hora. Algunos requerían más de mi apoyo moral, más palabras de comprensión, otros necesitaban de más seriedad, otros de un poco de ambos, alternando por momentos para que lograran llevar la clase y cumplir con los ejercicios. Cada uno de los estudiantes era valioso, cada uno de ellos aportó algo a mi vida y sé que así es con cada maestro. Llevo a cada uno de ellos en mi corazón, llevo los momentos de alegría y de angustia, todos ellos me enseñaron a decir si aunque no supiera.
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