Tengo un problema con mi trabajo.

Tengo un problema con mi trabajo.

Enrique Pozza

14/03/2019

Tengo un problema con mi trabajo.

Me encanta. Nunca estuve más contento con un trabajo que ahora.

Pero le he prometido a mi esposa que lo dejaría.

Hasta ahora, todos los trabajos que conseguí tuvieron las mismas características y hace ya varios años que le prometí que, por amor a ella y a mis hijos buscaría, algo en relación de dependencia, con sueldo fijo, obra social, vacaciones, jubilación que te paguen aunque estés enfermo … En fin, que deje de ser un buscavidas, que es lo que soy al final de cuentas. Un buscavidas.

He hecho de todo en la vida, nunca dije que no a ningún trabajo. He sido albañil, pintor, mecánico, cadete, herrero, reparaciones en general, limpié piscinas … Ahora , soy jardinero.

Nunca un empleo fijo, siempre sufriendo y guardando. Porque siempre hay que guardar porque te quedás sin trabajo, te enfermás, no te pagan. Siempre hay que tener, por las dudas.

Se lo prometí, le dije que buscaría y busqué, de verdad que busqué y busco, aún sigo buscando. Porque una promesa es una promesa y debe ser cumplida.

Pero ahora no quiero encontrar, aunque mi trabajo tenga muchas desventajas.

Es estacional, todos te llaman en primavera y nadie te quiere en invierno.

Si trabajás, cobrás, si no, no.

Si trabajás y no les gusta tu trabajo, quizás no te paguen (suele ser la excusa de los estafadores y ventajeros) y si te pagan, no te vuelven a llamar y seguro que no te van a recomendar.

Tenés que tener buena presencia, ser muy respetuoso, hacer tu trabajo bien y cobrar lo justo.

Es la única forma de tener alguna oportunidad.

La mayoría de la gente se cree que hacer el trabajo bien es todo, nada mas lejos de la realidad. Tenés que saber comprar. Si comprás caro, perdés dinero y tenés que comprar productos de buena calidad, sino quedás mal.

Tenés que saber vender. No sirve trabajar bien y comprar bueno y barato, debés convencerlos de que sos el mejor jardinero.

Y luego de comprar, vender y trabajar, tenés que saber cobrar.

Porque te pueden dar un cheque de un tercero que no tenga fondos, dinero falso, pagarés o bonos que solamente conocen ellos. Hay que saber cobrar, es fundamental.

Esto no pasa sólo en mi trabajo, pasa en todos los trabajos en los que tenés que valerte por vos mismo y no hay una empresa que te explote ni un sindicato que diga que te cuida ni un jefe que aparente desvelarse por sus empleados. Sos vos. Estás solo y sos débil.

Por eso mi esposa quiere que deje este tipo de trabajos. Son changas, dice ella. – Dejate de hacer changas y buscate un trabajo como la gente. Tiene razón.

Por ese motivo, porque tiene razón, debía hablar con ella y explicarle.

Lo hice hoy, porque hoy cobré y pensé que con la buena noticia de contar con algo de dinero nos iba a resultar mas fácil. A mí explicarle y a ella escuchar.

Durante el trayecto a casa fui pensando en cómo decirlo. Y lo hice tal como lo planeé.

Llegué con una sonrisa de oreja a oreja diciendo que había cobrado y cobrado bien.

Ella sonrió también y exclamó un ¡Qué bien! Tal como pensé que haría.

Entonces dije alardeando:

No cualquiera puede hacer un buen jardín, hay que saber gobernar y administrar los recursos disponibles.

Por ejemplo; hay plantas que requieren mucha humedad, entonces tengo en cuenta las pendientes del terreno, hago zanjas y riego frecuentemente. Otras, por el contrario, son de ambientes áridos y son más bellas si la humedad escasea, entonces las pongo al sol en zonas altas donde el agua escurra rápidamente.

Procuro que haya colaboración, junto a las que necesitan sombra con las que se la pueden brindar.

¡Estimulo la competencia! Se logran hermosos paisajes cuando distintas especies compiten por un espacio o por ganar altura.

Domino el tiempo, planifico todo a la perfección. Hay un momento para sembrar las semillas, otro para podar, y otro para colocar veneno o fertilizante.

Alimento sólo con lo justo y necesario, nada de agua de más ni de menos, tierra buena y todo en la medida precisa.

Pero lo mejor, mi amor, lo mejor es la justicia. Me encanta impartir justicia en mis jardines.

Es cierto que algunas malezas son del agrado de la gente, como la grama bahiana, esa alfombra verde que se extiende por todo el jardín venciendo casi todas las competencias que se le presenten.

La disfrutan mucho, pero hay que tener cuidado que no te arruine un sector de tréboles que también son muy bellos.

Hay, también, clientes muy ansiosos. Para ellos planto especies de rápido crecimiento, pero son muy invasoras, entonces es fundamental poner límites. Permito que se desarrollen hasta cierto punto y luego, soy inflexible.

Soy protector, sobre todo con las plantitas más débiles, aquellas tan frágiles pero tan deliciosas en colores y aromas.

Eso es lo que llamo justicia, poner límites a los poderosos y proteger a los débiles.

Pero ante todo, me siento un artista

Observo el jardín desde diversos ángulos y cuido que sea armonioso y agradable desde cualquier punto de vista. En mis jardines no hay plantas, sino esculturas.

Conozco la historia de cada uno, el trabajo realizado para que sea como es y lo que aún falta, imagino el futuro, lo diseño.

Mi amor, no hay trabajo mejor, realmente me hace muy feliz.

Quisiera hacer esto toda mi vida.

Todo el mundo debería, en algún momento de su vida, cuidar un jardín por pequeño que sea. Mucha gente entendería que lo que pasa en un jardín, es lo que pasa en el mundo.

Le conté todo esto porque sólo ella podía eximirme de mi promesa de buscar otro trabajo y para ello necesitaba desesperadamente que me comprenda.

Por su reacción, vi que entendió perfectamente.

El problema es que ahora no soporto verla llorar.

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