El profe ciego de filosofía

El profe ciego de filosofía

silvia bregar

19/03/2019

Un glaucoma me dejo sin visión a los 21 años, por suerte ya tenía idea de lo que son los colores, las diferentes texturas y todo lo que, si nunca pudiste ver, no lo puedes imaginar. Es muy difícil acomodar tu cabeza primero y tus costumbres, a un estado así, tan definidamente opuesto a tu anterior realidad.

Primero recibes ayuda de personas que están capacitadas para eso, sirven muchísimo, pero luego te quedas solo y debes arreglártelas como puedas. Estudio filosofía, menos mal que no elegí arquitectura, igual podré dar clases. Mis alumnos tendrán clases con el ciego y yo llegaré a las escuelas con mi bastón blanco y de tener suerte con mi lazarillo. No me quejo, vivo solo, ya llevo 3 años en este nuevo estado tratando de acostumbrarme, porque todo es diferente. No puedes perder nada porque no lo encontrarás. Cada cosa debe ponerse en un lugar determinado y ningún mueble u objeto puede perder su lugar. De esa forma simplifico mi vida.

He notado que se intensifican las sensaciones de los otros sentidos. Antes no escuchaba el ruido de la lluvia o la respiración de alguien que se acerca, ahora sí. Los sabores y olores de ciertas comidas los siento mucho más intensos. También tu memoria se desarrolla, ya que recurres a ella absolutamente para todo. He ido poco a poco haciendo que mi vida sea relajada y hasta me he permitido invitar amigos a casa por primera vez.

Este viernes vendrán cinco compañeros de la facu. Le pedí a Lore mi asistente, que venga a repasar toda la casa para que esté presentable y me cocine algunas cosillas para picar mientras charlamos, de filosofía claro. Organicé con ella los lugares donde quedaban las bandejas, dejó puesta toda la mesa para los 6. Las bebidas las reconozco por la forma de las botellas (ya las conocía) y la comida por los bordes de las bandejas. Solo hay que tener buena memoria. Lo demás todo dispuesto para la recepción. Lore se fué. Sin mentir, debo confesarles que un poco nervioso, estoy.

La sensación de que venga gente a casa, me resulta rara, siempre estoy solo. Pondré música suave así nos relajamos. Bueno el que debe relajarse soy yo, porque además viene Nati, es una chica que me gusta, ya hemos compartido muchas clases y charlas. Solo espero que no llegue la primera, porque…. ¡Que nervios!

Vienen Charlie y Juana, que están saliendo hace unos meses y también Francisco y León.

¿Estaré bien? Lástima que no me vestí antes que se fuera Lore, así me miraba un poco, me puse el perfume que me regalaron para la navidad, es muy rico. Que nervios….

Suena el timbre, hablo por el portero.

-Hola, soy Nati – reconocí su voz

-Hola Nati, pasa – aprieto el botón

Madre mía se me sale el corazón por la boca, era justo lo que no quería, sólo espero que los demás no tarden en llegar.

Abro la puerta, nos saludamos con un beso en la mejilla

¡Que perfume! Como me gusta No, no es perfume es colonia de bebé, huele a bebé o a champú. Eso me enloquece de amor .

Como puedo domino mis nervios, le pido que se siente y le ofrezco algo de tomar. Encuentro todo a tientas como es mi nuevo modo de funcionar. Sin problemas, todo bien. Nos ponemos a charlar de un tema que salió en clase que produjo mucha polémica, se hicieron varios bandos con distintos puntos de vista, eso es lo bueno de la filosofía, todos están en desacuerdo y a su vez de acuerdo. Transcurrieron como veinte minutos y los demás no llegaban. Francisco y León están sabiendo de mis intenciones con Nati (¿Me pregunto, si estos piolas se han puesto de acuerdo y no vienen?)

Le sugiero a Nati que les envíe un mensaje, no responden ninguno de los dos. Me temo que me la hicieron muy bien. Suena mi teléfono, era Juana que me explicaba que tuvieron un imprevisto con Charlie y que no podrían venir. Ohhhhhh My Good, la cabeza me giraba como a la chica del exorcista y el nudo en la boca del estómago, espero que no se note a través de la remera.

Debía relajarme, utilizar todo lo aprendido en tantos cursos de yoga. Así pude decirle que ya era tarde, que mejor iríamos picando algo. Ella encantada se levantó y sirvió los platos para los dos, llenó las copas con más bebidas y seguimos charlando y compartiendo nuestras vidas en detalle. Así me enteré que su papá es no vidente y que mi condición no la altera en absoluto. Por más que yo me haya adaptado muy bien a la ceguera, a la gente no le resulta del todo normal, a veces no sabe cómo conducirse con las personas diferentes, pero siento que Nati está totalmente relajada. También supe que este año se recibe igual que yo, y que piensa ejercer de profesora, pero que también le gusta escribir así que está, simultáneamente, haciendo un taller literario. Totalmente relajados los dos, transcurrieron las horas, hasta que Nati dijo que ya era tarde y debía madrugar para acompañar a su sobrino que jugaría un partido de Jockey. Nos despedimos con un hermoso beso en los labios, las orejas me ardían y el corazón se me salía del pecho. No pude dormir pensando en el próximo encuentro.

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