LA PLANTA DE LA ARMONÍA

LA PLANTA DE LA ARMONÍA


Aarriba Marqui, aarriba Marqui…ya salioel solcitooo…

Cantaba Mónica, mientras exprimía la naranja con una mano y con la otra bajaba el fuego de la hornalla para que no hirviera la leche. Marquitos se resistía a levantarse. Ella no pretendía ser brusca, pero el tiempo apremiaba. Por fin logró calzarle el guardapolvo a cuadros verdes, lavarle la cara, las manos, peinarlo, guardó en la bolsa del niño la taza, el plato, el cuaderno, el lápiz que él había sacado mientras desayunaba… Lo tomó de la mano y salieron apartando con el pie los juguetes desparramados por el piso, cerró la puerta de entrada con llave…y ¡la vio! a un costado de la galería —la planta que su suegra le había regalado a Javier— Recordó la voz suplicante de su marido que mientras le mandaba un beso aéreo, maletín en mano, le decía:

«Por favor mi amor ¿Riegas la planta ?»

Uh… será a la vuelta -pensó- no podía demorarse más. Subieron al auto y eeeggggg, no arrancó. Pidió por el móvil un taxi, le informaron que tenian una demora de veinte minutos. ¡No podía esperar! Sacó de su auto la cartera, a Marquitos medio dormido y lo llevó flameando hacia la escuela.

Lo dejó bajo protesta, llamó por el móvil al mecánico y camino al banco comenzó a organizar el itinerario de ruta: pago los impuestos, luego compro antiparasitario para Niebla, ¡¡¡No!!! ¡Qué tonta! ¡La dejé encerrada adentro! Bueno, retiro de la tintorería el traje azul de Javier, voy al mercado, la panadería y luego compro verdura.

Se cargo todos los bártulos, pasó el dedo índice por el gancho de la percha del traje, se lo puso de cubre espalda y rápidamente emprendió la vuelta a casa.

Caminó con agilidad las quince cuadras, comprobando agradecida que las horas invertidas, años atrás en el gimnasio, no fueron inútiles. Entró al jardín arrastrando las bolsas, con el traje en la cabeza… y ¡La vio! Pero esta vez le parece que la planta también la estaba mirando.

_¡Qué linda es! -pensó–¿Por qué le habrá regalado esa planta solo a Javier?

La recordó con esa mirada maternal diciendo:«Javi, te traigo la planta de la armonía para que te dé tranquilidad y descanses la mente luego de tantas horas trabajadas ¡cuídala! ».

_¿De qué se puede cansar? ¿De estar sentado y tomar café? ¿No sabe la madre que trabaja en una oficina? Aunque…es verdad, siempre viene quejoso, malhumorado; ¡Pero con una planta no creo vaya a mejorarlo!

Mientras abría la puerta y le gritaba a Niebla que dejase de ladrar y no rasguñe la madera bajo la cerradura, el mecánico le tocó la bocina avisando su llegada.

—¡Buenos días Cosme! Ya estoy con usted

—¡Buenos días doña! ¿Quiere que le ayude?

—¡No, gracias, puedo sola!

—¿Me tira la llave del auto?

Mónica le arroja la llave como la mejor tiradora de base-ball.

¿Me dijo doña?- Se preguntó.
No pudo seguir cavilando, Niebla salíó saltando, moviendo la cola y arrasando todo a su paso. En somera inspección visual del interior diviso un gran charco en el piso, al borde de la mesada.__¡Por Dios que sea orina! y no agua del caño que arreglaron la semana pasada.
En análisis más profundo, a un costado de los juguetes, notó el “óvolo” comprobando que el alimento de mejor calidad que le comprara a la ovejera, fue bien digerido y eliminados sus desechos.

Limpió el piso, las tazas y vasos del desayuno; arregló las camas, guardó el traje en el ropero, la mercadería cada una en su lugar, puso a lavar la ropa, y oyó una voz:

—Señora… ¿Me puede atender?

No era la voz del mecánico, salió presurosa a la puerta.

—Buenos días, estamos haciendo un censo en la zona, ¿puedo hacerle unas preguntas?

—Humm… ¡Bueno!

Luego de los datos personales…

—¿Ocupación?

—Soy profesora de física, —dice Mónica con nostalgia— pero ahora no ejerzo.

—O sea… no trabaja.

—¡Sí! ¡Cómo que no! ¡Trabajo en mi casa!

—Bueno, pero está desocupada.

El mecánico interrumpíó, le devólvió las llaves y dijo estaba descargada la batería que ya lo había solucionado.

Despachó a ambos. Lavó las verduras, puso la carne al horno con un poco de culpa, (su amiga vegetariana fue muy gráfica en la última conversación) y va en busca de Marquitos.

Su mente comenzó a escanear palabras: “No trabaja”, “desocupada,” “doña” y… “¡La planta!”

Volvió con el niño, jurando regar la planta al llegar. Entró decidida a buscar la jarra con agua y vío que le habían tirado por debajo de la puerta el resúmen de la tarjeta de crédito; la recojió y supervisó rápidamente los gastos. Marquitos jugaba con Niebla revolcándose en el arenero. Apagó el horno, sacó la ropa de la lavadora, la colgó, cambió al niño, le dio una fruta, preparó la mesa para la comida. Recordó no había activado el móvil al salir del banco. Tenía siete llamadas perdidas. ¡Seis de su madre!La llamó, mas la charla fue breve, Marquitos comenzó a llorar porque lo había picado una hormiga.

Mientras lo curaba y consolaba vio a Javier atravesando el jardín. Mónica lo observó; lo notaba cansado, desalineado. Marquitos corrió a abrazarlo gritando ¡papá, papá!. Él con gesto amoroso le estiró los brazos, ella sonrió tiernamente.
Amaba a su esposo y disfrutaba ese encuentro filial, pero vio un cambio en la expresión de Javier cuando miró a un costado de la galería y le dijo:

__¿Moni?¿Le pusiste agua a la planta?

Mónica quedó paralizada. Sintíó como tres mil mariposas revoloteando en su estómago que comenzaron a subir hasta llegar a la garganta, se le abrieron los ojos grandes, muy grandes…

—EEmmm…

Javier pasó con su hijo en andas, le hizo un guiño y dijo:

—Deja querida; ahora la riego yo.

___Oia…-pensó Mónica- ¡En verdad funciona!¡ Bendita sea la planta!

…………………………………..
TRABAJO: derivado del latín: Tripaliare: Tortura

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS