Unas pocas monedas

Unas pocas monedas

Gladys León

22/03/2018

– El Trabajo Dignifica, hija mía. – Me repetía, constantemente, mi madre

– Excusas, son solo excusas de mujeres, para salir y dejar de hacer sus quehaceres – Refutaba, ironicamente, mi padre

– ¡Mentira!, ¡Mentira! – gritaba ella

– Recuerda – le siguió diciendo – Trabajando me conociste, en aquel restaurante, que quedaba en el Centro de Lima, según tú, de mala muerte, ganándome feliz unas pocas monedas; servia a la mesa, sin importar quien seria el comensal; algunas veces cocinaba y otras tantas de lavar los trastos me encargaba…

Hizo una pausa y con los ojos cargados de lagrimas decía, mientras suspiraba:

– ¡ Ah ! aquellos días; días que se fueron para siempre –

Y mirando sus manos, iba a seguir hablando; cuando de pronto….

– Agradecida me has de estar, por sacarte de aquel muladar, – con voz burlona oí decir a mi padre.

– JA,JA,JA – carcajeo intensamente mi madre, mientras se veía el dolor en su rostro

– La gracia no lo veo, para las pocas monedas que ganabas – volvió, él, a decir

y con mirada fulminante, cual filudas dagas, como si su corazón quisiera atravesar remato, mi madre, diciendo:

– Con esas pocas monedas, construimos un hogar; con esas pocas monedas, con dignidad comíamos; con esas pocas monedas, con dignidad nos vestíamos, con esas pocas monedas, con dignidad podíamos dormir, pero ¡Ahora!…¡Ahora! solo el recuerdo queda de esas pocas monedas.

Al borde de la histeria total siguió, ella, hablando

– Pero ¿Qué sabes tú de dignidad? ¿Qué me podrías tú enseñar? ¿De qué, te puedes tú ufanar? Si para ti, ¡¡¡ el trabajar es un acto criminal !!!.

Sorprendida me quede cuando al voltear, vi a mi padre, por primera vez, llorar y con voz entre cortada logro susurrar.

– ¡Si!, te conocí en aquel restaurante, de mala muerte, para mi, porque no hacia honor a tu belleza sin igual, te vi feliz, disfrutando lo que hacías…;

Volvi mi rostro hacia mi madre, quien estaba llorando, mientras mi padre seguia hablando.

– Servias a la mesa, con una sonrisa casi angelical, preguntabas a cada comensal, que platos iban a degustar. Cual hormiga, día a día te vi trabajar desde el árbol aquel, que estaba frente al restaurante

– ¡ Papá ! – dije yo, viéndolo llorar

Pero él no me escucho, y siguió su largo hablar.

– Poco a poco vi tu rostro cambiar, por el cansancio de tu largo trajinar, tus manos también se veían maltratadas y no sabes el dolor que eso me causaba…

No recuerdo haber visto a mi padre en ese estado, ni antes ni después. Entonces dijo algo que me conmovió profundamente.

– Me creas o no, yo solo quise rescatarte de aquel lugar

Limpiándose las lagrimas mi madre contesto.

– Si, es verdad, pero era feliz, disfrutaba todo lo que hacia y no sabes la emoción que yo sentía, cuando al final de la jornada me pagaban aquellas pocas monedas…

Y con el corazón latiendole casi a mil por segundo dijo, algo que jamas podre olvidar:

– Pude buscarme cualquier «trabajo» fácil, pero esas pocas monedas hacían de mi una mujer digna; digna de ti, digna de mi hija y digna de nuestro hogar..

Al oír esto mi padre, su rostro se transformo y una profunda angustia de él se apodero y con todo lo que le daba su garganta grito:

– ¡ Perdóname ! ¡Perdóname! ¡Perdóname ! ¡ juro que no lo sabia! …

y casi sin palabras alcanzo a decir:

– Solo queria que fueras feliz, solo queria sacarte de aquel lugar, por favor ¡perdoname!…

Viendolo mi madre en ese estado, y ya mas calmada le dijo:

-¡ Ahora ya es tarde ! El tiempo ha transcurrido, todo ha quedado en el pasado…

Mirándome dulcemente, como ella lo solía hacer, dijo:

– Ahora, solo nos queda hacer de ella una mujer ejemplar..

Han pasado 2 años ya desde aquella discusión, y 1 año, desde que a mis padres perdí. Y hoy puedo por fin, entender a mi madre, cuando me decía:

– El Trabajo Dignifica, hija mia –

Hoy que recibí mis primeras, pocas monedas. Mentiría si digo que no he llorado, no se, si por recordar a mi madre, o por este sentimiento que me embarga al tener entre mis manos estas POCAS MONEDAS

La sensación es tal, que solo aquel, que ha recibido sus primeras muchas o POCAS MONEDAS, lo podrá entender

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