Querido papa, te escribo esta postal sabiendo que allí donde moras no hay correo, te has ido a un lugar donde el dolor se convierte en una caricia del pasado y el único consuelo que queda es que la dulce muerte te salvo de la leucemia y sus mordiscos eternos. Tus nietas siguen preguntando por ti, yo sigo soltando algunas lágrimas. Fuiste un padre que intentó hacerlo lo mejor posible, pero como abuelo lo hiciste de maravilla. Nadie te puede recriminar por abandonar la partida. Cumpliste los 72 y poco después preferiste marcharte a seguir pidiendo disculpas. No se te dio bien jamás eso de necesitar de nadie y estar desvalido en las manos de otras personas, supongo que era demasiado para ti. Echaré de menos ver películas contigo. Los 7 magníficos siempre será nuestra última película, cuando suba te contaré todas las que vendrán y tú no podrás ver. Si acaso no llego ahí arriba, pásate a menudo por el purgatorio. No me olvidaré de ti mientras dure la vida, porque aunque me fuese un día de tu casa, en el fondo del espejo me veo en ti y tu mirada vive dentro de los ojos de mi hija.
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