Vida, recuerdo ese cielo lejano al mío. Tu mirada ocultándose tras la caída del sol. Tus manos queriendo atrapar el último rayo de cordura. Un ocaso de voluntades tormentosas que separa a nuestras almas y lastima a la razón. Y prendido en algún trocito de nube mi corazón llora como un niño al tiempo que pinta en el infinito:
Te esperaré en otra eternidad, amor.
Ana
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