Mis pequeños, aún no estoy convencida si esta postal llegara a sus manos, pero este gentil hombre de vestiduras blancas me ha convencido, me explica que la magia de trascender de un plano a otro, está en el ardiente deseo de mi corazón; me indica que no me consuma todo el deseo, para que me quede reserva para escribir en otro momento, así que debo ser breve.
No puedo explicarles cómo me siento, es muy agradable, estoy feliz colaborando en el cielo, pero entre nubes mi mirada se escapa observándolos, de pronto se nublan mis ojos, y esa tristeza que me había abandonado retorna inconsolable otra vez a mi… los extraño demasiado, pero deseo que sigan sin estar tristes por mí; les contare un secreto: “todas las noches ese dulce aroma a cerezo y esa suave brisa que acaricia sus caritas… soy yo”.
Necesitaba decírselos para que sepan que siempre estaré para ustedes, aunque no me puedan ver, yo sí, y necesito que sepan que nunca me iré… No pierda la fe ante nada, yo no lo hice y de alguna manera aquí estoy.
Los amo por siempre y para siempre.
Atte., Mami
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