Ara
No imagines que estoy melancólico, pinté este paisaje en un intento por capturar un momento de esos que nos encanta compartir; tomé pincel y paleta y resultó este ensayo de atardecer, pero te cuento como surgió. Recorría la costera, y en una zona de acantilado detuve mi camino para un respiro, pues el calor era agobiante y el sudor cubría mi frente; me acerqué al desfiladero para sentir la brisa del mar; ahí las grandes olas arremetian furiosas contra las rocas y a tan sólo a unos metros mar adentro, el oleaje en vaivén alegre recibía los últimos destellos del sol, y sus rayos al golpear las crestas de las olas, se fundían en infinidad de chispas brillantes que rebotaban en todas direcciones, y parecían cobrar vida al ritmo de una melodía.
En esta fantasía, imaginé que podía rescatar con mis manos aquel multicolor mosaico y hacerlo tuyo. Preferí huir de tal hechizo y continué mi camino.
Al llegar a la playa, nubes de tempestad empezaron a cubrir el azul celeste, pero el sol, resistiendo su agonía, pintó con resplandor magenta y amarillo nuestro cielo apenas resignado a pasar una noche más en soledad; a la espera de un nuevo amanecer.
P.D. Te extraño.
Roberto
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