Contemplo a los ocho dragones a mi alrededor. Duermen profundamente con el estómago lleno. Su respiración hace temblar la tierra. Ignoran el poder que ejercen sobre mí, su verdadera fuerza. Brillan sus escamas al sol del ocaso. Su belleza es escalofriante. Les temo… y les amo.

Dicen que los mate escribiendo, pero he aprendido que escribir no es empuñar una espada. Escribir es abrazar mis dragones y aceptarlos como parte de mí. Juntos nos enfrentaremos a la oscuridad de este mundo.

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