Era un lector, que pensaba en escribir. Lo hacía de una sentada y sin pensarlo, pero luego lo leía y empezaba a borrarlo, hasta no quedar nada, para compartir consigo mismo. Quería hacerlo perfecto, y no quedaron los manuscritos, ni los relatos de sus pensamientos. Un lector, que pensaba escribir, pero no sabía cómo leerse a sí mismo. Jamás quedó ni una constancia de ello. Fue sólo un borrador borrado.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS