Eramos simplemente dos
que no sabían que acabarían ilusionados,
nada más que desconocidos
que terminarían enredados.
Cuando dijo quererme no le creí,
pero pensando en el amanecí,
y en las consecuencias de quererle no pensé,
pues creí que a distancia no se podía querer.
Una voz tan linda pude escuchar
un chico que no podría olvidar
y palabras con las que me enamoro
un conocido de un club de lectura, mi muso.
Me enamore de su dialogar,
de su alardear,
de su manera de coquetear,
hasta de su manera de valorar.
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