Se despertó angustiado, había tenido un mal sueño…
Y otra vez el insomnio…
Sus talleres fracasaron y él era el único responsable. Uno a uno, sus estudiantes lo habían abandonado. Nunca podría olvidar el llanto sin reproches de su última discípula.
Agobiado, decidió desnudar su alma y pagar sus culpas con la historia de un novelista que proyectaba sus frustraciones en los demás.
Hoy, un año después, su novela biográfica es exitosa, sus alumnos lo admiran.
Y él… ya no tiene malos sueños.
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