Las sombras oscurecieron las tardes de Santiago, el animal salvaje y sediento salió a recorrer las calles, el hombre fatal que gobierna, los anima, pero el silencio que se guarda a la fuerza, explota sin aviso. Las gentes se cansaron de tanta miseria, los demonios del pasado no volverán a atormentarnos, no podemos dejarlo, la libertad es toda nuestra, no solo de los infames que ensombrecen las tardes Santiaguinas. Hemos de guardarnos, tenemos toque de queda, pero mañana seremos libres nuevamente

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