Los juzgaba como quien desprecia las hazañas de un torero desde el palco. Le pareció vulgar lo que había escrito la pelirroja de pelo corto; en cambio, sintió envidia por el texto del chico de la barba espesa.

–Ciorana, ¿quieres leer tu cuento?

–¿Yo? –Apenas un hilo de voz temblorosa.

Encorvó la espalda. Le ardían las mejillas.

–»Una mañana lluviosa, de camino al colegio…» –tartamudeó.

Leyó sin pausas, sin aliento.

Todos opinaron con dulzura. Y ella descendió al ruedo, con los suyos.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS