Escribí: “Pinos enhiestos apuntan perennes a la comba celestial azul, ejemplo de mi vida”. El conductor del taller de escritura me reprobó: “Eso es insustancial, moralista, light, ideal para slogan de superación personal; la vida no es así, la vida es dura y no tiene consideraciones”. Cambié de temas. Escribo entonces acerca de las vidas cargadas de muerte; de los finales de la vida que van a dar al morir. “Vas por buen camino”, calificó el instructor; “lo haces sin piedad”.

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