Luchaba por hacer cosas que la motivaran para seguir viviendo y una de ellas era la escritura. Se apuntó a un taller donde le enseñarían todo aquello que pensaba que ya sabía. Para ella la escritura era una forma de comunicarse con los demás. Las reglas no importaban.

El primer día fue desmotivada a clase, pero allí estaba él. El que iba a ser su profesor fue su compañero de vida durante diez años. Tuvo la tentación de salir corriendo, pero se quedó. El destino la había llevado hasta allí.

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