Son infinitas y eternas. Estaban aquí antes de que llegáramos y permanecerán aquí después de que nos hayamos ido. Son gotas de sabiduría, agua que redime la tierra yerma y simiente para nuestra inteligencia. Si las mezclamos con acierto, miles de ojos se fijarán en ellas. Utilizadlas sin pudor, sin pausa y sin esperar nada a cambio, pero teniendo la certeza de que enriquecen todo lo que tocan. Así son las palabras. De su esmerado cultivo depende nuestra evolución. Os doy mi palabra de honor.

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