Sudo tanto que no puedo coger ni el boli. Ya lo sabía yo.

La chica de mi derecha me mira de soslayo, seguro que piensa que qué hago aquí.Como todos. Como yo. ¿Qué me gusta escribir?¡Claro! Un par de relatos y ¿qué me he creído, la nueva Pizarnik?

Uf, qué calor hace aquí, me va a dar un bajón de tensión y la página del ejercicio aún en blanco. Cojo el móvil y digo con un hilo de voz“Lo siento, me tengo que ir, mi hijo se ha puesto malo. Qué pena. Hasta la semana que viene.”

No me lo creo ni yo.

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