Una noche que se cortó la luz encendí una vela. La madrugada la pasé haciendo sombras chinas en la pared. Una liebre y una tortuga aparecieron; entonces cogí un lápiz y la liebre comenzó a correr, pero algo debió de pasar porque la tortuga le alcanzó. A los pocos días estaba en un taller de escritura para descubrir que le ocurría a mis sombras. Allí me dijeron que había creado una fábula.
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