A lo negro no miro
que me da miedo.
Tiene los ojos negros
la que yo quiero.
No sangraría
como yo sangro
si el negro de sus ojos
no hiriera tanto.

Con esta copla comencé el primer relato que leí en el taller. Levante la vista para ver qué efecto causaba en la profesora y me encontré con los ojos negros mas profundos y maravillosos que había visto en mi vida y me invitaban a que continuara. Desde aquel momento, cada vez que escribo, vuelven a mi mente exigiendo, firmemente, que no cese.

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