Fue tan sólo otro día cualquiera, de cerrazón y de autocastigo.
Cualquier excusa es buena. Él no me quiere, no hay ningún motivo, ella no me llama.
Te pegas una ducha porque quién te lo impide. Te vistes y te arreglas pensando pero a mí quién me manda.
Sales por la puerta. Te tranquiliza que nada ha cambiado, te mueve en lo más hondo que ya nada será igual.
Tu olfato recibe mil aromas y fragancias, mil ideas y recuerdos, verdes; que por siempre te dirán que ya no puedes fallar ni adrede.
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