De pié, rodeada de los profundos nichos, cerré mis ojos para escuchar el ruido de la ciudad y percibir sus aromas.

Hacía una brisa extraña, tal vez sólo yo la sentía así por tantos sentimientos contradictorios.

Viví un colapso los próximos cuatro días.

No logro traer a mi mente los paisajes,

las comidas,

las conversaciones,

sólo sé que después de un largo viaje mi destino era frío, lleno de rostros desconocidos y un acento diminutivo.

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