Es tarde; salimos.

El profesor ignora que un tipo espera en la calle para descerrajarle un tiro en la nuca. Es el protagonista de mi relato. No es mi estilo, pero lo escribí como venganza por hacer visibles mis errores. Lo siento.

—¡Debo volver a entrar! —grito vehemente.

Abro mi bloc de notas y corrijo: «Apunta a su cráneo y presiona el gatillo. Su cabeza explota». Pero el arma falla».

Ya está. Lo acompaño afuera.

Suena un «click» a nuestra espalda.

Y unos pasos que se alejan a la carrera.

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