Nuestro profesor del taller de escritura era alegre y divertido. Todos participábamos analizando los textos en clase. El buen humor se contagiaba.

Un día llegó a clase y propuso: —A partir de hoy, cada uno de vosotros será profesor durante un día.

El pánico invadió el aula, provocando un alboroto.

—¿Cómo? No seremos capaces—exclamó uno.

—Lo serás. No tengo la menor duda.

Entonces se sentó en un pupitre y me señaló diciendo :—Tú serás la primera.

Ese día comencé a escribir mi primera novela.

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