El
automóvil que espero, un BMW limonado, se detiene en la esquina
donde las cundas
esperan y cargan. Viajan completas de drogadictos hacia el lugar
donde conseguirán su tesoro. Murmuro algo. Sueno hastiado, pero Lara
me hace gestos desde el otro lado de la calle con su amplia y
blanquísima sonrisa. Dónde las cundas, preguntaba y repreguntaba mi
compañera esta mañana. Es la doctora Lara Martínez, especialista
en excavaciones negativas. Sale muy barato, Lara. ¡Y probaremos un
cacharro de casi doscientos mil euros!
En
cualquier caso, ese vehículo parece tener bien aprendido el lugar
donde estacionar en busca de los pasajeros tambaleantes. Cuero
vegetal, palanca de cambio personalizada con una E y una O.
Sí,
somos
los que nos quedamos cerca de Requena. Lo más cerca que puedas
dejarnos con nuestros bártulos. Los útiles pesan y son muy caros,
como te dije en el email.
La
excavación se aprecia desde la carretera. No hay pérdida, dice Lara
Claro,
muchachos —veo como Lara tuerce el gesto—. Demos algo de cortesía
para que lleguen Antonio y James. Podéis ir acoplando vuestros
cachivaches, dice Eduardo.
Eduardo
aspavienta en dirección a dos hombres que se acercan con velocidad.
I’m
James, I’m a Dinka! I’m a Dinka!,
vocifera uno de ellos. Parece estar desesperado.
Antonio
guía al joven africano al interior del coche. Protege la cabeza del
muchacho donde destacan tres amplias cicatrices horizontales,
atravesando la frente de lado a lado. Quizás un corte ceremonial
cicatrizado con ceniza.
Señalo
a Lara la cicatriz del joven con el mentón.
La
mano de Antonio abandona el pelo rizado de James. James es un hombre
muy negro. Es un nilótico vestido con chándal y sandalias
flip-flop.
Los pies hinchados del hombre no entrarían ni en zapatos ni
deportivas.
Observo
como Lara tuerce aún más el gesto y me interroga con la mirada.
Ahora vemos las esposas que amarran las manos del chico.
Pero
¿qué coño es esto?, preguntamos Lara y yo alzando la voz.
Tranquilos,
muchachos. James nos dará un buen viaje. Le inyectamos esto al
dinka. Y ya está. Somos funcionarios ministeriales. Hemos de
devolverle. El avión estaba completo. Chavales, son tiempos
difíciles para todos. Pocas dietas para unos. Je, je, je.
Presupuestos débiles y Frontex insuficiente para otros, relata
Antonio.
Ojipláticos,
ingresamos en el coche amarillo como el fondo del mar abraza a Bob
Esponja.
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