Él no tenía muy buena reputación y mi perfil recién creado no inspiraba mucha confianza. En cualquier caso necesitaba coger ese viaje.
El pueblo a donde me dirigía estaba remoto en las montañas y no había opción de transporte público. Por suerte, existe Blablacar; ahí estaba mi trayecto y el comienzo de mi próxima aventura.
Llego con la maleta llena de las fotos antiguas de la familia y la única herencia que me dejó mi abuela: la pulsera de su artista favorito «Jimmy Hendrix».
Me recibe un señor barbudo, con un coche tan descuidado como su pelo. Me consuelo pensando que dentro de poco estaré en mi destino, y que en el perfil del conductor dice que no le gusta hablar mucho y le encanta la música.
Subo.
―Hacía muchos años que no veía una pulsera como esa, ¿Te gusta el rock? ―me dice.
Titubeo por un momento y apenas dejo salir un:
―hmm bueno…
Pone la radio y empieza a sonar «Purple Haze»; el conductor sacude la cabeza, los brazos y el acelerador al ritmo de la música. Ahora sí, vamos directos al «Highway to hell», pienso para mis adentros.
Para evadirme un poco de la situación, decido revisar una vez más las fotos que llevo conmigo.
De repente, el conductor detiene bruscamente la música y grita:
―¡Ostia, pero si es el Richy!
―Ehh, ¿Usted conocía a mi abuelo Ricardo Montoya? ―le pregunto.
―¡Pues claro!, el Richy y yo fuimos como hermanos toda la vida. Él me regaló el «vólidazo» ―dijo, dándole unos golpes al salpicadero.
―Así que tu abuelo, ¿eh? Joder, nunca me dijo que hubiera tenido ningún hijo, qué truhan el Richy.
―Así es, en la familia nunca le conocimos en persona. Vengo a conocer cómo era su vida, a encontrar mis raíces.
―¿Y tu abuela?
―Mi abuela Ester murió al dar a luz a mi madre.
―¿Cómo? ¿La Ester?
―¿La conoces?
―Pues claro que la conozco. La Ester fue mi mejor compañera. Nos separamos justo antes de que se quedase embarazada. Eso es lo último que supe de ella… ―dijo con cierto tono de pena, hizo una pausa, y continuó―: Pero lo que sí que sé seguro es que el Richy nunca tuvo ningún hijo ni tenía mi apellido Montoya.
-―¿Cómo? ¿Tú también te apellidas Montoya?
―Desde que nací.
―Entonces…las fotos, la pulsera,…
―Tu abuelo no se llama Ricardo chaval, ni está muerto.
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