Nunca olvidaré el día que oí hablar por primera vez sobre Blablacar, era 15 de diciembre de 2023 y mi sobrina, que había empezado ese curso la universidad, nos relataba jovialmente chascarrillos sobre sus viajes. Y, ahí estaba yo, un agricultor de 39 años que puede contar con los dedos las veces que salió de su aldea ourensana, escuchando atentamente, cuando se me ocurrió una gran idea; esas navidades las pasaría en San Sebastián y mi medio de transporte sería Blablacar. Así que, ¡manos a la obra! Tocaba buscar un vehículo. João, 43 años, 17 opiniones, 4,8/5, salida el 21/12 a las 10:00, 32€, ¿qué podía fallar? Reservé inmediatamente. Llegó el ansiado día, João viajaba desde Ponte Lima con su esposa, en Valença se unió Rita, una ingeniera de 31 años, y el último sería yo, que esperaba con mi maleta verde recién estrenada a que un Toyota conducido por un desconocido viniera a recogerme. Recuerdo perfectamente que lo vi a las 10:11 y sentí una mezcla de nerviosismo y alegría ¡mi viaje comenzaba!
Al principio charlamos un poco, pero a la altura de Verín reinaba el silencio. Supongo que hablar diferentes idiomas no ayudaba demasiado a amenizar el viaje, pero fue una desilusión descubrir que mi viaje nada tendría que ver con esas historietas que mi sobrina contaba. Pasamos Puebla de Sanabria en completo silencio y, a la altura de Benavente, João propuso parar para almorzar. Ya con el estómago lleno continuamos y decidí echar una siestita para combatir el aburrimiento. Una voz me despertó:
― Brais, chegamos em 20 minutos.
Rápidamente abrí los ojos y, mientras recogía mis cosas, respondí:
― Qué bien, graciñas.
Me dejaron en la estación de autobuses y el resto siguió su trayecto. Al bajar del coche respiré profundamente, quería sentir el olor del mar que, según el mapa, estaba muy cerca. Por desgracia, un cartel cortó mi respiro bruscamente: “MADRID suena a NAVIDAD” ponía, ¿Madrid?, pensé que no tenía sentido. Avancé para alcanzar la avenida principal y otro cartel, algo deteriorado, hizo que mis piernas temblaran: “Surge Madrid en otoño”. Mi intuición me dijo que algo no iba bien, así que me lancé hacia una chica que justo se cruzaba conmigo y le pregunté:
― ¿En qué ciudad estamos?
― Pues en San Sebastián de los Reyes.
― De…los…Reyes… ¿en Gipuzkoa?
― No, en la comunidad de Madrid. ¿Se encuentra usted bien?
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