BlaBlaCar a la orden

BlaBlaCar a la orden

Doña Lidia

05/10/2024

Insistía la abuela. 

—Ten mucho cuidado y vuelve pronto.

—Sí, abuela —dijo la nieta. 

—Mucho ojo en esa fiesta. No tomes todo lo que te den y menos si son extraños —dijo la abuela. La nieta sonrió y le dio un beso en la mejilla. Oyó que la llamaban de un carro. 

«¡Llegaron!», pensó toda emocionada. Se despidió de su abuela y corrió hacia la calle y subió al carro de BlaBlaCar. Saludando con un beso y un abrazo a todas sus amigas. 

—¡Me traes algo! —gritó la anciana.

—¡Sí, abuela! —respondió la nieta—. Mi abuela cree que vamos a una fiesta. No sabe que vamos a un club nocturno… ¡¡Dónde veremos chicos desnudos!! —dijo toda eufórica. Y todas rieron emocionadas y dijeron: 

—¡¡¡Es noche de chicas!!!


Luis no conoce lo de BlaBlaCar. Pero alguien lo ve solo, nervioso y ansioso. Acercándose…

—¿Esperando a BlaBlaCar? —preguntó el extraño con acento español.

—¡No, no sé quién es ese señor! 

—¡No hombre!, es un carro compartido, te lleva a donde quieras ir. 

—¡No sabía!

—Bajas la apps, te registras, llamas y pagás en la misma aplicación, ¡vale! Por cierto, me llamo Felipe. 

—Un gusto, me llamo Luis y voy a Málaga. 

—De aquí a Málaga cobran diez euros. ¿Por qué tan lejos?

—Por trabajo, ¡soy stripper!

—¡Mientras se disfrute el trabajo!… En quince minutos estará aquí. ¡Mirad!, ahí viene el mío, ¡enhorabuena! Yo te llevaría, pero no se puede, atienden es por perfil —se despide de Luis y el carro se estaciona—. Hola, Carlos, ¡qué bueno verte! —saluda y sube.


El anciano repetía.

—¡Hay que devolverlos al hospital, María Isabel!

—Eso no pasará.

—¡No los aguanto!

La niñera miraba desconcertada. 

«Ahora perderé mi empleo», pensó. Fue y recogió los juguetes regados y los metió en una caja. Miró a los niños y les hizo una seña de silencio. 

—¿Cuándo los regresarás?

—¡Los hijos no se devuelven al hospital, papá!

—Voy a hacer una llamada.

—¿¡A quién vas a llamar!?

—Llamaré a BlaBlaCar, para que mandé un carro y se los llevé a ustedes tres al hospital —dijo el anciano, muy sereno y muy seguro. La hija sacude la cabeza. 

—¡¡¡Ya no somos unos bebés, papá!!!

El señor senil y la niñera se quedan un rato a solas.

—¿Por qué tan triste?

—Por mi esposo Luis, tiene un trabajo que no me gusta.

—¿Es obrero?…

—¡¡¡Es stripper!!!

—¡Los obreros ganan mucha plata!…

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS