«Hola, gente, gusto en conocerlos, ya subo al coche; coloco mi equipaje en el maletero y ¡a viajar!
»Ya está. A ver, necesito sentarme en el lugar del acompañante sí o sí, porque detrás se me desacomodan los otolitos y me mareo. Así que, tú, ve para atrás. Gracias, gracias. Bueno, ya estamos todos listos, ¡a marchar, chofer! ¿Cómo te llamas? Bueno no importa, hagámosla fácil: serás “Chofer”, a mí pueden decirme “Profesor”, tú tienes cara de llamarte “Nerd”, eh, ja, ja, y a ti, linda, te llamaremos “Marilyn”, por el teñido, digo.
»Oye, Nerd, ¿qué estás leyendo?, ¿física cuántica?, déjalo, déjalo que vas a aprender mucho más si me escuchas a mí.
»Chofer, ¿estás seguro de que sabes conducir correctamente? Si no, tomo el volante yo, eh. A propósito, ¿cuánto haces que no lavas el coche?
»Oye, Marilyn, di la verdad, ¿cuál de nosotros tres te parece más buen mozo?… que es broma, mujer, que es broma, ja, ja… pero verdad que te fijarías en mí, ¿o no?
»¡Chofer!, sobrepasa a ese camión de una buena vez, no tengas temor, y no dejes de mirar al frente, que me pones nervioso. ¡Al frente, al frente!
»Nerd, ¿cómo meterías una jirafa en una nevera? Ja, ja, no te lo enseñaron, pues fácil: abres la puerta, haces salir al elefante que está adentro y metes a la jirafa. Ja, ja, ja.
»Marilyn, pareces ansiosa, ¿te espera un noviecito, tal vez? ¿Ya han tenido relaciones, o te le estás haciendo la monjita? Ja, ja. Que es chiste, mujer; pero igual, lindas piernas tienes, eh, ja, ja. No te tapes, mujer, no te tapes, que somos todos amigos.
»¿Qué miras tú, Nerd, nunca has visto las piernas de una mujer? ¿Y unas bragas? ¿A qué no?
»Marilyn, muéstrale un poquitín, solo para que vaya aprendiendo.
»¡Cómo te has sonrojado, Nerd! Ja, ja, no tengas vergüenza, ya sabes que estamos entre amigos.
«Chofer, a este ritmo no llegaremos nunca, ¿sabes que esa palanquita del piso es el acelerador? ¿Sí?, pues ¡apriétala!
»Y ahora… ¿qué haces? no te salgas del camino… No te detengas, hombre…
»Pero, ¿qué pasa?, ¡no me golpees, Nerd! Marilyn, no me empujes que me caigo al suelo…
»Pero, pero… ¡no se vayan sin mí, gilipollas, que ni siquiera sé dónde estamos.
»¡Oigan, eh, eh, mis maletas, vuelvan!
»No hay caso, siempre me toca gente sin sentido del humor…»
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