Exceso de equipaje
Monté a Matías a
la altura del metro de Valdeacederas. Viajaba con una pequeña maleta y
su destino era el mío: Badajoz. Junto a él Pablo y Marta compartían
mi Nissan Juke. Después de saludar, siempre pregunto de dónde son y
qué les lleva a viajar ese día. Fue ahí cuando Matías me preguntó
si le podría dejar de camino, en Talavera de la Reina que, aunque
pilla de camino, me obliga a desviarme un poco. Como Marta se quedaba
aún antes, le pregunté a Pablo y tuvo ningún problema. A partir de
ahí la conversación fluyó sin problemas y Matías, de 54 años,
nos contó que venía de la capital de conocer a una “guapetona
cubana” con la que había entablado conversación por la red.
“Morenaza, guapetona y culona” nos decía sin parar de reír. “
Y el próximo finde vuelvo”. Marta, muy jovencita ella, permanecía
callada, pero Pablo y yo entramos al trapo con preguntas cada vez más
picantonas que Matías no tenía problema alguno en contestar.
Dejamos a Marta en
Lobón y continuamos hacia Talavera. Ya había anochecido y, puesto
que el destino real de Matías era el aeropuerto donde el día
anterior había dejado su coche para viajar a Madrid, y “ya
puestos” le acerqué hasta el aeropuerto. Nuestra sorpresa fue que a esas horas ya estaba cerrado. Así que allí los tres, al pie de
la cancela, decidiendo que podíamos hacer. Después de que nadie
contestara al telefonillo, decidimos buscar el teléfono del
aeropuerto y el vigilante de seguridad se avino a abrir la puerta con
la condición de que sólo entrara el dueño del vehículo. Nos
despedimos de Matías, muertos de risa con los chascarrillos que los
dos aún seguían intercambiando y Pablo y yo nos fuimos.
Comentábamos de
camino que majo era el “chaval” (Pablo tenía 60 años y yo 58),
cuando me di cuenta de que entre tanto lío me había llevado su
maleta. Con el contacto de BlaBlaCar le llamamos y quedamos que le
daría su maleta a Pablo y él le esperaría en la puerta del hotel
donde tenía su coche. Riendo aún, dejé a Pablo al lado de su
vehículo y me fui a casa. Abro el maletero y veo ¡tres maletas!. Me
quedé también la de Pablo! Les llamé y me fui al hotel de nuevo.
Terminamos los tres
de copas.
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