El viajero vidente

El viajero vidente

Sofía72

27/09/2024

Todos quedaron boquiabiertos cuando el joven Pelayo había reconocido que, lo que había dicho sobre él Paco, el viajero junto al conductor, era cierto. Entonces ¿de verdad era vidente?

Pelayo había cogido el BlaBlaCar en Sevilla para ir hasta La Antilla (Huelva). El propietario del Volvo azul venía conduciendo desde Madrid y estaba acompañado por Paco y dos estudiantes de universidad, Paula y María, todos dirigiéndose hacia la costa onubense.

La casualidad les había unido en aquel trayecto. El sevillano Paco, que no conducía y estaba en Madrid por un trabajo, cogía BlaBlaCar muy a menudo y tenía una alta puntuación en la app por ser muy chistoso.

Cuando Pelayo dijo su nombre, sus estudios y que era de Lepe, algo se encendió en la mente de Paco. Este último continuó hablando animadamente, ya estaban en la A-92 y quedaba menos para llegar a destino. Paco aprovechó un breve silencio para decir que era vidente y que si querían podía demostrarlo.

Las chicas se sonrieron y Paco empezó a hablar: —Por ejemplo, de ti Pelayo. ¿Es posible que tu madre se llame algo así como Alicia, ¡no!, Cecilia.— Pelayo asintió con la cabeza poniéndose muy serio. —Y trabaja en un instituto de la costa de Huelva.— Pelayo abrió mucho los ojos y dejó que Paco continuara: —Como profesora de francés.—

Entonces Pelayo confirmó aterrado que era verdad. Las chicas se removieron en el asiento trasero y se hizo un silencio sepulcral.

Cuando Paco se volvió y cuando vio la cara pálida como la cal de los viajeros del asiento trasero se empezó a reír a carcajadas.

—Que no, que no soy vidente, que soy el marido de Celia, la compañera de instituto de tu madre.— Todos empezaron a reírse un poco más relajados. —Es que cuando has dicho que eras Pelayo, que estudiabas en Sevilla y que eras de Lepe, se me ha ocurrido gastaros esta broma. Tu nombre no es común en el Sur de España y mucho menos en Lepe, y sé por la amistad que mantenemos con Cecilia que su hijo se llama así. Solo até cabos. No soy vidente ni mucho menos.—

La atmósfera del Volvo azul se había vuelto incluso más jovial que al principio y ya los viajeros, además de respirar más sosegadamente, continuaron charlando y riendo hasta alcanzar su destino.

FIN

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