En dirección al centro

En dirección al centro

Israel Visso

18/12/2017

Un agujero de colores apareció, decidí abrir la puerta que yacía en mi interior.

A medida que el viaje transcurría, los colores más se sentían, olían a libertad; cerré los ojos pensando que de un sueño se trataba, al abrirlos en el agujero más me hundía o se trataba de un salto a la libertad, sin vértigos, sin pausas.

Me hice un títere con intento de asesinato a mi propio suicidio, intentando no asesinar mi orgullo, era controlado por una terrorífica sonrisa, reía, reía y no se pegaba al lamento de verme herido. No importaba la fuerza que ejercía en mis pensamientos, mi cerebro no obedecía, ¿Acaso mi matriz estaba dañada?, cerré los ojos con mucha rabia, al abrirlos veía flores navegar en el océano, al sol más crecían, más hermosas florecían.

Se escuchaba un blues, una hermosa melodía, suave, con la paz en nuestros pies.

Mi voz se hizo débil, mis ojos tambaleaban, el camino me hizo cerrarlos, al abrirlos una tormenta de delfines se acercaba, no lloraban, no suplicaban, morían sin engaños a ser salvados, me veían llegar y esquivaban mis manos sin garantías, oían mi miedo de no saber que hacer. Mi alma negra de vicios, de pensamientos sin sacrificios.

¿Quién quiere ser salvado por un humano inseguro?, con los ojos ahogados de lágrimas, decidí cerrarlos con mucha compasión. Vi a la sirena navegar, fui detrás de ella sin parpadear, las reumas no eran obstáculos para este capitán, logré rodear a la bella princesa, sus escamas iluminaban la cueva, no dudó en soltar melodías, intentó hacer arte y salvarse de este melómano. Decidí utilizar el arpón, era ella o yo, al primer intento iba arrastrarme a lo más profundo, sin preocuparse, sin lamentarse si yo hubiera hecho lo mismo, solo velaba por su propia seguridad, llegó la hora de despertar.

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