Gamones para las gallinas

Gamones para las gallinas

Nadia Lillith

04/08/2020

Se revuelve en la cama despacio, con cadencia reptiliana, buscando con la cadera un hueco para acomodarse en el
colchón de lana. Entreabre los ojos y percibe cierta claridad que se
cuela por las rendijas de las contraventanas de madera carcomida. Es
de día. Inspira hondo, y entonces le llega. Emite una especie de
gruñido de repulsión y se tapa la cabeza con las mantas. Es ese
hedor denso, burbugeante, repulsivo, que inunda la planta baja, sube
por la escalera y avanza imbatible hasta conquistar cada resquicio de su dormitorio. El hecho
de que recuerde a algo cocinado no hace sino empeorar el suplicio de
respirarlo. Una especie de guiso grotesco y emponzoñado:

Su abuelo está cociendo gamones para las gallinas.

Cómo alguien puede hacer algo así de motu propio dentro de su hogar, jamás será capaz de comprenderlo.
Tampoco entiende cómo al resto de la familia no parece afectarles
demasiado esta práctica aberrante. ¡Su abuela es capaz incluso de
permanecer en la cocina, trajinando, vigilando el fogón de leña!
Sin duda tienen dañada alguna via neurológica entre la nariz y el
cerebro, claramente una adaptación evolutiva… Suspende todos los
sentidos un instante, la atención fija en el aire que entra por sus
narinas. Y lo siente de nuevo. Mezclado con el aroma floral del
suavizante de la sábana, y el olor acre de las mantas de lana,
empieza a filtrarse en su búnker de ropa de cama el hedor infesto de
los gamones. Traga saliva. La mano izquierda, que sujeta las mantas
por detrás de su cabeza, nota entonces una horquilla entrelazada en
el pelo. En ese instante se le ocurre que si se mete la horquilla con
fuerza por la nariz, lo más arriba que pueda, quizás podría llegar a dañar su
nervio olfatorio, poniendo fin al suplicio. Una especie de frenesí
se apodera entonces de ella y, sin soltar las mantas, trajina con
furia con los dedos, intentando desenredar la horquilla metálica de
sus cabellos…

(fotos:
nostalgia por Alexas Fotos de
Pixabay; chicken-Image por
9883074 de Pixabay; horquilla, mía)

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