Una carta para un hijo.

Cuando era pequeño soñaba con ser aviador mi mente viajaba a km de distancia esa imaginación me trasportaba a vivir una vida de lujo sin miserias donde la necesidad no me alcanzaba, mientras crecía me daba cuenta que mi vida no era fácil porque trabajaba de muy pequeño para ayudar en mi casa donde eramos 13 hermanos, mi papá como albañil y mi madre costurera, yo trabajaba limpiando botas en las calles no tuve ninguna preparación ni estudio pero siempre en mi mente avía algo de superación. Continuaba con mis sueños de ser aviador y pensaba que eran hermosos y me ayudaban a superar los momentos de hambre que pasaba con mis hermanas porque mi papá se gastaba el dinero tomando y nos dejaba a mi madre y ami el sustento de la casa, y al paso del tiempo mis sueños fueron muriendo pero mi imaginación estaban presente en mi espíritu y memoria. Un día trabajando en todas partes y donde ganaba un chelín, conocí a una joven y sin pensarlo dos beses nos fuimos a vivir juntos, yo salí del yugo de mi padre porque ebrio me maltrataba me corría de la casa y decía que yo era bueno para nada, mira como estas de flaco anda busca comida, te crees muy importante y no eres nada. Yo no agarre mal camino a pesar que aya me orillaba mi padre. con la joven fuimos a vivir a casa de la tía de ella, la joven era huérfana de padres, tuve un hijo con ella y la tía me tendió sus manos me veía con buenos ojos y me dio todo su apoyo me consiguió un buen trabajo para poder dar estudio a mi hijo. Un día y creo que fue el mas importante de mi vida la tía me comenta que mi hijo quiere ser aviador que son deseos desde muy pequeño, yo me emocione mucho y empece a trabajar duro para que mi hijo triunfara en su meta a seguir, mi hijo empieza su carrera y yo caigo con una enfermedad terminal y en una sala de un hospital escribo la carta a mi hijo y mis consejos fueron; hijo no desmalles, continua adelante, no te rindas, tu puedes lograr tus metas y ser grande en lo que te propongas y volar a km de distancias sentirte libre y poder cruzar el océano como todo un aviador, pero antes de fallecer me di cuenta que esa imaginación, esos sueños hermosos de grandeza que viajaban a km de distancias donde yo vivía una vida sin miserias, no pasaba hambre donde todo era bello y hermoso, ese no era yo, ese era mi propio hijo que vivirá una vida mejor logrando con su futuro su mejor destino.

LA SABIA SAIDA;

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