AROMAS

Mis ojos de niña me llevan hasta tu morada. Hoy no te tengo, pero los aromas de tu piel canela me vienen, me embriagan, también es a menta, esa que tú sembrabas en tu huerto pequeño, con rojas frutillas de sabores ácidos, prontas a rociar con azúcar madre.

Recuerdo las tardes, vuelvo de la escuela, llego y dejo el delantal blanco, que tú me habías hecho con tus propias manos, llenas de amor y olor a vainilla. A esa hora corría, volaba, para ver a mi “Nonna”, con ella compartía el cuarto,  y abrazarla muy fuerte,  darle un beso en esas mejillas, era toda mi alegría ¿no sé por qué? pero emanan aromas de rosas que hoy al recordarlo no lo siento pasado,  me subyuga, no podía apartarme de ella por un buen rato, mientras mi abuela sonríe y acaricia mi cabello, le digo: “Un ratito más nonna”. Nunca más viví una experiencia así. Hoy sigo recordando y vuelve el mismo aroma. La veo, la siento.

Los domingos nos extasiaba el olor intenso a tomillo, el fresco y dulce del laurel, sumado al orégano con sabor un poco más amargo, hacían una combinación perfecta para el día de las pastas. Mi madre se había quedado a la noche hasta muy tarde amasando y haciendo el relleno de los ravioles. Por la mañana estaban tapados con un mantel que había bordado la abuela, pero esos sabores entraban por nuestras narices y se hacían placer en la boca. ¡Qué aromas! nuez moscada, pimienta, pimentón dulce… Es en la salsa o «tuco» donde se condensan los aromas más intensos, de morrón, cebolla, zanahoria, condimentados con laurel, tomillo, orégano ¡Qué delicia! No los puedo olvidar.

Me viene madre otro recuerdo, y todo hoy me sabe a tus aromas, la masa con levadura, siento el olor a ella y veo esa masa que se estira, que golpeas, y que nacen panes, con aroma a hogar, caseros como tus prendas que luego disfrutamos con devoción.

¡Madre! Hoy todo me viene de ti, extraño tus ojos de almendra, tu sonrisa leve, tímida. Pero lo que llevo siempre conmigo es tu aroma a canela y menta.

¡Te extraño mamá!

Ana Navone Llera (AZUNA)