Querida soledad

Déjame sola; pensar. No hay una noche en la que dejes de mirar. Tristes ojos con elogio a llamativo mar. 

Me quieres. Te aferras demasiado. ¿No lo entiendes? No quiero estar a tu lado.

Por favor, vete. Si te necesito o no, ya no te compete. Molesta a otro. Tu misión ahora mismo, es cuidarnos cuando estemos rotos. 

Huye a amar, deja de juzgar. Tu existencia ha sido mi disfrutar, pues no solo existe para machacar.

Por favor, sólo déjame en paz, escóndete donde no te pueda encontrar.

Ahora sí. Ya está. Ya no hay de qué preocupar, todo se encuentra en su lugar. 

Desde ya, muchas gracias por escuchar, dedicado a mi única y triste soledad.



Querida tentación

Tentación,

¡eres algo tan hermoso! Quiero alcanzarte, sin importarme el camino morboso.

Te quiero, te busco y te consigo, arrastrando conmigo, la alegría de con quien vivo.

Llamas mi atención, me captas, para luego dejarme en evidencia; las manchas.

Mis hijos me preguntan porqué te sigo. Yo respondo que por tí vivo.

Hilo rojo con abundante antojo, que no me suelta si no es a su antojo. 

Trato, lo juro, pero su hechizo me deja mudo.

Yo la amé, lo sabes, pero mi condición me retiene en todos los males. 

Aléjate, huye con quien te sane, pues yo cumplí mi etapa, en aquellas enemistades.

                                                                                                             Manuela Rodríguez


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