I.
Caen
como espinas que hieren,
atraviesan las defensas y alcanzan piel
como hilos quemando,
caen
cruzando los límites,
sin ningún cuidado agreden
como ansia imposible
que no comprende
que duele, remueven
con burla y vacío,
caen
como ofensas, golpes
que empujan a no escuchar
a no mirar ni sentir,
caen
sin respeto rompen
y dentro arrancan, mordiendo
desgarran luz
que vuelven hielo.
II.
Ahogo de lentitud asfixiante,
de silencio opresor exigente,
como invadido desnudo
de tiempo y edad hueca,
abrazando desesperación como camino
de regreso al ahora.
Los impulsos cortados,
los deseos negados
revisando frustración y apariencia,
cegado de oscuridad invisible,
alejado del corazón
envuelto en la nada,
consciente.
III.
Vigilado en cada paso,
la intimidad expropiada,
degradado el gesto,
en desuso la mirada.
Adentrado en abismos insanos,
la paz arrebatada,
vulnerable tardío al rechazo.
Sujetando el anhelo de brevedad
como visita de luz liviana
resiste,
aplaca una ira y avanza
retorciéndose
a la espera quizá de ese sueño
que acaricia el alma
y el dolor aparta.
IV.
El llanto tímido asoma
apagado,
carente de matices,
amargo
de uso devastado.
Bruscamente irrumpen
recuerdos,
instantes como signos
lejanos,
débiles gotas de vida
destilada,
codificados nudos
de memoria
que huyen del orden,
liberando
de soledad oscura
el interior
como suspiros de nube.
V.
El desaliento incesante,
la bruma alrededor
y silencio
como paisaje árido
que espera una siembra,
un beso
nítido y curativo
con que atreverse a desafiar
incertidumbre,
cambiando de espejos
que mienten
a heridas
que cansan
cerradas
y queman
abiertas,
las horas escapan.
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