Dejamos de ser la Pequeña Venecia, La Tierra de Gracia.
De la nada, toda alegría se perdió en las sombras de una noche oscura.
Nadie lo creía, nunca pensamos que esto sucedería.
Pues todo era tan distinto; al principio, no hubo lamentos, ni tristezas, mucho menos dolor…
Sin pensarlo y como en un sueño, las palabras del charlatán fueron envolviendo el entorno.
Un ambiente de fiesta, de cambio, de novedad, fueron las brisas que rozaban nuestras mejillas.
Que lentamente acariciaban el rostro de muchos.
Dando una sensación de quietud, de diferencia; de falsa prosperidad.
De pronto, la novedad coloco sus dedos en nuestros labios.
y ese sabor se quedó en nuestra boca.
Penetro la garganta, reinvento ideas, sentimientos, sueños…llego al corazón.
Modifico almas, de los que antes no tenían esperanza.
De la nada y con el transcurrir del tiempo la mascarada que había sido realidad.
Se volvió sufrimiento, se convirtió en odio que.
Dividió familias, amigos, pueblo…gente.
Un día de la nada nos vimos distantes.
Perdidos en un mar de palabras que fueron dividiendo la patria.
Se nos fue la gracia, se nos disipó la dicha.
Aquellos que ayer fueron prósperos.
Hoy vagamos por el mundo, con las alas rotas, las ilusiones perdidas, los sueños destrozados.
Pero con el anhelo de regresar a la Pequeña Venecia, nuestro paraíso perdido.
Nuestra Tierra de Gracia donde el cielo nunca es gris, su azul resplandece.
Su agua sabe a café, aguamiel, masato, chicha, ron tiene sabor a dicha a paz.
Sus paisajes son brillantes y coloridos, sus pobladores no tenían hastió.
Ahora solo nos queda; vacío, dolor, pena.
Nuestra felicidad hoy parece ajena, recordar y querer volver el tiempo atrás es imposible, no es real, no vale la pena.
De todo aquello no tenemos nada. Solo nos queda añoranza, nostalgia, contradicción, condena.
Ahora el aire tiene olor a despedidas, amigos que se han marchado a buscar una mejor vida.
Lo que se quedan viven en un país vacío, en donde se ha mezclado lo viejo, lo nuevo, lo que nunca fue, pero hoy, hasta eso está perdido.
Tenemos soledad, tenemos rabia, tenemos impotencia al ver abuelos que vuelven a ser padres.
A pequeños que crecen sin ellos. Hijos que ahora no están.
Un país viejo, con gente joven, en donde el pasado cuida el futuro, porque el presente ha partido.
Los días se han vuelto largos, las semanas eternas, los años parecen idénticos al ayer, al hoy, al mañana.
Sus hijos se han vuelto vagabundos, gitanos, trotamundos, mochileros…se marcharon
Desplegaron sus alas más allá en donde a lo lejos vemos como el sol y el mar se dividen.
Se marcharon añorando regresar a lo que tuvimos sin darnos cuenta…A nuestra Tierra de Gracia a mi Pequeña Venecia.
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