La memoria es única e inusual. Los recuerdos van y vienen cuando les place, sin pedir permiso ni pedir perdón; cada uno de ellos se desata con detalles que no imaginaríamos o razones que hasta el evento no consideraríamos.

Hoy no era un día como todos en el sentido de lo que representa, pero era repetitivo, en la manera de cómo en toda festividad hay una agenda invisible establecida, solo variaban ciertos detalles de los sucesos del día; ya estaba finalizando el día, la noche había llegado, con esto otra comida iba a ser preparada. El resonar del aceite al ser freído en el sartén, seguido a los pocos minutos del aroma de la carne entrando a mi nariz, causando casi el efecto de las caricaturas de los 80 en donde el simple aroma de plato delicioso te levanta de la silla y lleva al origen, sin embargo al ser levantado por el aroma y el cerrar de ojos, podía verla, podía ver como agarraba las papas fritas, separaba una lonja del pan y las introducía en la hamburguesa antes de comérsela, no era la primera vez pero si la ultima vez que la veía hacer eso, nunca le pregunte de donde saco la idea, pero era su rutina cada vez que comíamos hamburguesas… Abrí los ojos y sentí que caí de nuevo en la silla, el recuerdo finalizaba, el recuerdo era lo único que me quedaba de ella. Cada vez que las comía, el recuerdo siempre venia, o mejor dicho ese recuerdo por ese momento. No hay día que pasa sin recordar, sin que un aroma, un sonido, o un estimulo desencadene un recuerdo, puedo aun escuchar su voz resonando en mis oídos, como si estuviera en mi frente cuando comiera.

Mientras tanto hoy me toca cenar esta rica hamburguesa que seguramente le hubiera gustado o tal vez eso no podría saber por la situación actual que estamos, pero si estoy seguro de que deseos de degustarla no le hubieran faltado.

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