Podría empezar contándoos el mañana pero no sería real si no ilusorio. Aunque al menos para mí no. Los hilos que se mueven por las distinta sendas de la vida se unen en forzados entramados y aparentemente dolorosas retículas para formar imágenes nítidas y brillantes ante mí. Pero cualquiera sabe que lejos de lo difícil que puede parecer empezar de nuevo, levantarse por la mañana o enfrentar el día, hay un futuro ya escrito, una sucesión de puzzles que no esperan a nadie para ser formados. Hay un destino y por tanto una misión. La explicación de que , quizá, uno de los mayores misterios, de la humanidad haya sido revelada me es desconocida y doloroso. Conocer da poder pero también puede causar sufrimiento.

La primera vez que vi a través del ahora presente, el reloj de mi casa se había vuelto loco y la habitación en la que me encontraba se torno oscura y sombría. Una mujer ya entrada en años bajaba con cuidado las escaleras sosteniéndose de la barandilla y levantando ligeramente la falda que yo sabía, siempre le había gustado tanto. Era mi madre, o al menos lo que quedaba de ella. La curiosidad por aquella señora se había vuelto angustiosa al saber que ante mí se encontraba alguien que no reconocía ,mas sus rasgos , a pesar de su muy envejecida piel, le pertenecían.

Me acerque a ella cautelosa, sin comprender lo que pasaba pero buscando ese consuelo que ella siempre, me ofrecería. Acerque mi mano en busca de la suya pero esta nunca llego, por el contrario sentí como su cuerpo se desvanecía como humo en contacto con el mío. Me moví rápida llamando su atención pero incluso cuando sus ojos estaban puestos sobre los míos supe que miraba a través de mi y yo para ella en ese momento no existía. Fui niña de nuevo. No entendía que ocurría , mi hogar se había vuelto frió y una densa atmósfera a humedad se calaba a través de mi ropa clavándose como agujas. La escasa luz que entraba de la calle junto a la amarilla bombilla de la lámpara concebían a la habitación de un aspecto mas siniestro, donde las sombras de los muebles, ahora hundidos por el peso de tantos años y el cuero desgastados de estos, componían una escena triste y desalentadora. ¿Dónde estaba mi hogar? Me gire hacia la cocina mientras la anciana me daba la espalda inmersa en alguna tarea ajena a mi, se encontraba inclinada sobre la encimera, una evidente chepa la obligaba a levantar sus hombros y trabajar con los brazos contraídos. La fuerza y presencia de la que había sido tan reconocida se había tornado en una criatura pequeña y desvalida. ¿Donde estaba mi madre?

Un escalofrió me recorrió el cuerpo y vi las sombras cambiar de forma perdiendo su apego a los objetos y volviéndose largas y picudas. Se dirigieron hacia mi y antes de que pudiera darme cuenta diversas flechas de distintos tamaños y anchuras me señalaban y rodeaban como una corona de espinas. Quise moverme pero al instante cambiaron su rumbo hacia otra dirección. De pronto contemplaba toda una configuración de líneas oscuras que, de forma perpendicular a la habitación decoraban paredes, suelos y techo. Para al final , como si de lazos se trataran, se enlazaban y formaban una trenza perfecta que acababa en una puntiaguda cola. Trague saliva. Todo aquel lugar colmaba de un misterio que rozaba la demencia y por un momento me plantee mi propia cordura. Los sueños siempre habían estado muy presentes en mi niñez dotándome de una capacidad de creación y realismo comparable a aquel lugar, pero al final en aquella casa, mía o no, con aquella mujer , mi madre o no, yo era consciente de mi misma y de lo sentimientos que este me provocaba cosa que en el mundo de lo onírico no podía darse.

Desde el polvo que se acumulaba hasta la forzosa respiración de la señora de la cocina yo sabía que todo lo que me rodeaba era real. Por tanto, la sensación de un inminente dolor, que llevaba conmigo desde que vi a mi madre descender aquellas escaleras, no podía más que ser una preparación a lo que iba a acontecer.

Seguí la flecha, reuní un valor falso y me encamine hacia la salida que esta marcaba, pero en el primer instante en que mi pie dejo de tocar el suelo , el escenario a mi alrededor se difumino, como la pantalla sin señal de una televisión o la pintura fresca, que se desliza sobre una pared al contacto con el agua. Fueron unos segundos y de pronto todo volvió a recomponerse. Ante mi, nuevamente, se encontraba aquella casa a la que ya no quise recurrir como mi hogar, y mi madre lejos de donde yo estaba, tosía desesperada en la planta de arriba. Corrí por las escalera guiada por aquel sonido grotesco y sabiendo muy bien a donde me conducía. Cuando entre a su habitación la vi tirada en el suelo, miraba al techo con ojos vidriosos y daba fuerte bocanadas de aire rítmicas y cada vez menos constantes. Sus manos se aferraban a la camisa, enganchados sobre su corazón como si se estuviera aferrando a la vida. Su rostro se torno pálido. Me desplome a su lado, llorando, quise cogerla y acunarla sobre mis brazos. Pero sabía que sería imposible y esa impotencia fue la que me hizo darme cuenta de que yo no estaba realmente en aquel lugar ¿Dónde me encontraba en ese futuro? ¿Qué era más importante que estar junto a una madre enferma? . La vi irse ante mí. Como dio sus últimos alientos dejando tras de si pequeños alaridos para finalmente cerrar los ojos y descansar.

Permanecí arrodillada junto a su cuerpo, con las lagrimas surcando mis mejillas sin fuerzas de gritar y liberar toda aquella ola de dolor. De pronto una tímida sombra se deslizo de debajo del cuerpo de mi madre para, tras una serie de desajustes y formas abstractas, tornarse en una línea que conducía hacia fuera de la habitación. Me levante y baje las escaleras de forma imnótica , me deje guiar por el sendero que se me marcaba. Cruce el salón, ahora mas iluminado a causa de los escasos rayos que traspasaban la persiana y finalmente salí a la calle. Entrecerré los ojos y use una mano de visera hasta que estos se acomodaran a la luz. Poco a poco, un paisaje inhóspito se mostró ante mí: la calle donde había corrido, saltado y caído tantas veces lejos de estar llena de niños se encontraba vacía, al lado contrario de donde estaba yo, las casas parecían abandonadas y en sus jardines crecían hierbajos secos, todas las persianas estaban bajadas y donde faltaban, habían puesto tablones. No había coches aparcados y menos personas paseando. Mi corazón se contrajo al entender, en ese lugar no había vivido nadie desde hacía mucho tiempo, exceptuando mi madre. Una fuerte sacudida me lleno por dentro y sentí de pronto el amor incondicional de alguien que se había quedado en aquel oscuro lugar a la espera de otra. Mire detrás de mí a la casa de mi niñez y los recuerdos llegaron como ríos desbordados de agua llena de vida. Lejos de encontrarse en tan mal estado, la vivienda, parecía recién pintada y el jardín brillaba sano y verde en contraste a los tonos de los juguetes desgastados que se desperdigaban por él . Sonreí y en ese mismo instante todo se volvió borrosa. Supe que estaba regresando al presente.

Desde aquel entonces he hecho muchos viajes. He saltado de tiempo en tiempo en busca de la verdad, de lo que ocurrirá y de cómo lo podremos parar. A veces, desearía vivir junto a una madre que aun respira y desconocer todas las atrocidades que nos aguardan, pero también sé que eso no sería conforme a lo que hace mucho, con la misma tinta oscura que modela a esas líneas que me guían a mi por las sendas del tiempo se escribió un destino. Porque cierto es, que en lo que respecta al futuro no hay una única opción. Así que dime, ¿Por qué tipo de vida vas a luchar?

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