PROSA AMARGA

El primer soplo atrajo el rocío,

sobre
los pétalos anunciando la luz de
un nuevo despertar,

pronto, el sol coloreo las pieles en miles de formas,

como es
costumbre del andar del río,

baña
las orillas con su sublime liquido vital,

así el
día entregó a las reinas del jardín sus coronas.

El
siguiente respiro acarició calurosamente,

hojas y
tallos bailaban al son de su paso,

mientras
zumbidos de alas señalaban sabotaje de aromas,

la mata
de jazmín se sentía importante,

por ser
la mas visitada de aurora a ocaso,

pero el
tiempo es como fuego que marchita a las mas hermosas.

Así la
tercera briza cayó en el valle cuando era el zenit,

una
tormenta de agua en fuego robó la humedad de la mayoría,

se
mostraba gris verdoso el campo,

langostas
formaban una cadena sin fin,

para buscar refugio en una sombra fría,

tantos no lo lograron, la supervivencia

deja a la vida sin su encanto.

El reloj sin freno extermina la claridad de las montañas,

entonces las estrellas y la luna atraen el ultimo viento,

cargado de frescura entre gotas de lluvia

respiran los fuertes, agradecen su suerte los de viles,

nuevos retoños inocentes de corazón,

brotan en lo que el río reinicia su canción.

LÁGRIMAS

son como
esas metáforas,

impredecibles que pueden ser escritas,

una tras otra,

se
despiden de las pestañas,

se
deslizan luminosas

se
acercan a la boca.

Las
derramaron los amantes eternos

Romeo y
Julieta,

las
derraman los animales

mientas
matamos al planeta.

Se
ignoran profetas,

en
silencio mueren poetas,

las estrellas miran inquietas,

como ante la húmeda tristeza

somos blandos como galletas.

LA VIDA
MENGUA

Junto a
las cifras del reloj,

pero con
otro sentido,

la vida
mengua con pies descalzos,

sobre
cristales de llanto

sin
importar lo que hagan mis manos,

hay un
final para mi canto.

Corro
aunque ganas me faltan,

aveces
me siento un buzón

al que
ya no le llegan las cartas,

olor a
oxido, sabor a olvido

de mas a
menos ,

de dolor
distante a frecuente,

esta
vida mengua, se ve diferente.

CORRÍ

Corrí a
tu puerta,

el día
de la tormenta,

para
saciar mi voz sedienta,

que tu
amor ostenta.

Llevando
entre dientes una pregunta,

tropezando
en mil esperanzas juntas,

navegue
por el rio de incertidumbre,

soñando
con tus besos como de costumbre.

Corrí,
entre páramo y neblina,

corrí,
sin pensar en ese no

que
causaría mi ruina,

corrí,
ante ojos incrédulos,

corrí,
por disfrutar contigo

uno y
mil crepúsculos.

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