Aires de Barcelona

Aires de Barcelona

juliana maese

03/07/2020

Camino por las calles de esta ciudad que me habita.

Es justo confesar cuanto más me habita ella a mi

que yo a ella, aún viviendo aquí.

Me llevo Barcelona en las entrañas

aunque todo haya pasado

del otro lado de mi piel.

La ciudad ya no me encandila tanto,

me dejo guiar por las racholas de flores,

veo el hierro entramado en las farolas de Gaudí

y me parece oír al Quijote confundirlas con molinos.

Mis sueños florecen

como cada año lo hacen

los balcones de casa Batlló para Sant Jordi.

Me siento afortunada,

cruzo los dedos y la ciudad

se llena de puentes.

El mar me acaricia

el último vértice de ventana

en mi piso compartido.

Y recuerdo como

en algún balcón de la calle Industria

los días se me llenaron de música,

en el sofa se escribían historias

y por los huecos se caían canciones.

Paseaba por Avenida Gaudí

y mis zapatos no tocaban el suelo,

las rimas pasaban aladas

enredándose en las flores de ese abril

y yo las agarraba todas y las hacia poesía.

Barcelona, capital del exilio

en el boom latinoamericano.

La Barcelona de García Márquez,

Vargas Llosa y Cortazár.

La ciudad de los condes,

la ciudad donde nadie es de allí,

pero todos se sienten en casa.

La ciudad de la ambigüedad

que sólo el inmigrante entiende;

tan de nadie y tan de todos.

Hoy te mentiría si te dijera

que no tiene un perfume especial en cada esquina.

Que en mi mapa no están solo las coordenadas

de esos jardines escondidos

y los naranjos floreciendo en todas las estaciones.

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