El “Dorado” por Internet

El “Dorado” por Internet

Antonio González

12/10/2017

Era la tarde de un domingo, la mayoría de las personas estaban en sus casas, descansando y preparándose para iniciar la semana laboral del día siguiente, lo que les revelare a continuación le sucedió a Ana Berroterán, una joven madre de dos hijos; Noel un adolescente de 14 y María una niña de 5 años , el trio vivía en la urbanización “los Pinos”, conglomerado de casas habitado por gente de clase media, de viviendas amplias, con cuatro habitaciones, cocina, tres baños, el comedor y una sala bien amueblada, al frente de la casa había un lobby techado, área del jardín y en la parte posterior un patio trasero. Además de; servicios de aguas servidas, agua potable, telefonía fija, luz eléctrica, gas doméstico e internet.

En el cuarto principal de la casa Ana veía la tv, mientras pensaba en su prima materna Norberta Arias Berroteran, hija de una hermana de su madre; la prima también era su mejor amiga y confidente, era graduada en Educación Integral pero había abandonado la docencia y hacía dos años que se había marchado del país insatisfecha con las posibilidades que según ella le ofrecía para vivir, por lo que decidió emigrar hacia Buenos Aires, en La Republica de Argentina, desde su residencia en el cono sur, mantenía una fluida comunicación con su pariente caraqueña, en sus largas charlas le insistía en lo bien que le había ido.

Era el final de la tarde, por la ventana del cuarto de Ana se veía un cielo esplendoroso, lo cual generaba un ambiente de melancolía, el color anaranjado de un crepúsculo hermosísimo envolvía todo el lugar.

En los días subsiguientes la idea de mudarse a otro país, no salía de la cabeza de Ana, inclusive mientras preparaba la ropa de sus hijos, su rutina nocturna pues todos los días muy temprano, sus pequeños debían ir uniformados al colegio de las Monjas Salesianas, de María Auxiliadora.

La idea de seguir los pasos de su congénere le taladraba los sentidos, a cada momento recibía mensajes a través del teléfono, o por la laptop, desde las redes sociales, veía contenidos con videos, fotos y audios testimoniales de gente que se habían ido del país y exhortaban a seguirles, lo mismo ocurría en la Tv y los noticieros internacionales, los canales de suscripción por cable difundían noticias pesimistas y negativas de la situación del País, creando desasosiego emocional, generando a su vez un frenesí convertido luego deseos de emigración.

Ana trabajaba como gerente en una distribuidora de insumos de belleza, era una mujer exitosa, llevaba una vida bastante cómoda a pesar de la inflación. Pero el gusanito de emprender el éxodo le había picado y no había reversa en esa idea, no era la única que acariciaba la idea de emigrar, lo que en principio se planteó como una necesidad para algunos, se convirtió en una moda para muchos, en varios ambientes había un desenfreno por irse a vivir al exterior, las leyendas urbanas pintaban un mundo fabuloso con ingresos en dólares, era como la leyenda del Dorado pero por internet!, estimulando una especie de delirio por viajar al exterior y trabajar en lo que fuere ; pues cualquier cosa! “era mejor que vivir acá”.

La jornada fue totalmente normal, aunque para ese momento el trabajo ya no llenaba las expectativas de la Berroterán, pues andaba obsesionada por escalar socialmente, aspiraba un mundo al estilo de las películas gringas; viviendo en la opulencia total, con autos, casas lujosas, joyas, fiestas deslumbrantes y viajes por todo el mundo. Hay que hacer notar que también influyeron en su decisión el círculo que la rodeaba.

Hace dos años, Ana se marchó, su destino fue Cartagena de Indias en el Caribe colombiano, antes de irse vendió todas sus propiedades con el fin de reunir una base de sustento para emprender la nueva vida, al menos eso fue lo que nos dijo una de sus excompañeras de trabajo de la compañía de cosméticos.

─“Al principio iba todo muy bien, comenzó abriendo un pequeño negocio de alimentos al llegar a Colombia, transcurridos los meses las ganancias fueron mermado, y gastos como: la renta del local, costos de los servicios de; agua, luz, teléfono, internet y transporte: el pago de renta de la casa de habitación, alimentación familiar, transporte y mensualidad de colegio de los niños, hicieron disminuir los ingresos, las entradas fueron cada vez menores que los ingresos, la falta de capital para comprar los insumos para elaboración y venta de pasteles, la dejo prácticamente en la quiebra, tardíamente comprendió que al aventurase a emigrar cayó en una trampa.

La última vez que la vi, andaba por la zona colonial de Cartagena trabajando dignamente vendiendo café en un termo, reuniendo el pasaje para regresar con sus pequeños.

Escrito por: Antonio González Ordoñez

@aordonez47

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