Repaso
la gramática del silencio
que estudian los poetas.
Las fotografías de lo imposible
reveladas en una hoja en blanco.
El miedo al vacío
– Horror vacui, vacui,vacui –
y esa trágica conciencia
de que el poema siempre es
otro, otro, otro.
Que el verso nace al fin,
Allí donde se desdibujan las palabras.
En las palabras que todavía están vivas.
¿A dónde vas,
niño majestuoso?
Tú que caminas
esparciendo los juguetes
como quien inaugura un mundo
y lo deja atrás,
ya abandonado.
Pero tú nada pierdes:
Sabes que el tiempo va detrás,
amontonándolo contra las paredes.
Cierra,
cierra la boca y dispara
contra los papeles
blancos, ciegos,
la niebla que empaña
los automóviles
que conociste,
los cigarros que
aún tienen un nombre.
Mañana,
Mañana será solo sangre
en un callejón sin testigos.
Fotografías quemadas
en el sótano de la memoria.
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