Odio. Frialdad. Envidia.
Esos sentimientos se mezclan como agua turbia en los corazones de cada persona ensuciando vuestras almas.
Ya no existen ni buenos, ni malos. Solo caos. Un caos que se extiende hacia el horizonte. Un caos ordenado y silencioso que atrapa a cada individuo y no lo deja marchar, una droga poderosa pero mortal.
Cada día me levanto recorriendo cada uno tus pasos, piso donde pisas, voy donde vas y miro, te miro como nadie te miraría. ¿Por qué no puedes verme? ¿Tan importante es que esa persona haya tardado unos minutos en contestarte? Mírame. Podemos salir a divertirnos a la calle. ¿Por qué pones esa cara? sientes celos de que subiera ese chico una foto con otra persona?
El mundo hermoso y delicado lleno de colores brillantes y brisas acogedoras que conocíamos ha muerto hace años, fue asesinado por esa raza egoísta. Los humanos. Fue asesinado por ti. Todo era más fácil cuando eras diez veces más bajo. Diez veces más atento. Cuando tenías solo 10 años.
¿Recuerdas cuando todo te divertía? ¿Qué te divierte ahora? Dime. Estas todos los días con tu cara larga y gruñes en forma de respuesta, no eres muy diferente de los animales salvajes que vagan por los bosques.
¿Y quién soy yo?
Yo soy ese demonio que camina a vuestro lado, ese ser que permanece atado a tu lado, confinado y encerrado pero sobre todo soy tu diablo personal, tu reflejo oscuro. Pero vosotros que no miráis más haya de lo que tenéis delante, creyendo que sois dioses o deidades, ¿Cómo vais a enteraros de nuestra existencia si ni siquiera apartáis la vista de vuestros celulares? Os enfadáis por falta de likes, arriesgáis vuestras preciadas vidas por imágenes. Por fotos insignificantes. Esa máquina infernal os quitan el alma, después de todo, el infierno mal usado los tenéis en vuestras manos.
Estrés. Ansiedad. Control.
Tu amiga aún no se conectó. Aún no. Ahora tampoco… Deja de mirar el móvil a cada segundo, no vas a conseguir invocarla cual brujo.
¿Recuerdas cuando te sentabas cerca del teléfono fijo y te pasabas horas hablando? cuando te llamaban no estaba previsto, era un regalo, un caramelo dulce. ¿Lo recuerdas? Ya te hablará cuando pueda.
Respiración agitada, frío sudor recorriendo tu espalda, mirada perdida. El internet se acaba de ir, buscas la forma de arreglarlo aún sabiendo que no puedes hacerlo, como quien busca las respuestas de las grandes preguntas de la humanidad en una caja de zapatos del desván.
Vida. Recuerdos. Conciencia.
Veo como vives y me duele, mi corazón se agrieta y supura lágrimas en lugar de sangre, ¿Cuándo cambiaste tanto? no, yo ya sé cuando lo hiciste, la verdadera pregunta es porque lo aceptaste con tanta rapidez, porque preferiste seguir la corriente que luchar contra ella. Podrías haber alcanzado el gigante y basto mar pero te conformaste con un lago insípido. Un lago del que no saldrás.
Eras aún un niño cuando todo empezó, alegre, inocente, lleno de imaginación y sonrisas. ¿Cómo hubiera sabido que serías la última generación que vería vivir de esa forma? El fin del mundo no llegó por un cambio climático extremo, ni por la llegada de diminutos seres verdes, fue por algo más simple, más pequeño, por algo más delicado.
Hace años no necesitabas nada para sonreír, la fría lluvia no te molestaba cuando mojaba tu inocente rostro, y corrías por el parque con tus amigos en innumerables aventuras. Un día podíais ser valientes héroes con poderes, y al día siguiente detectives brillantes… Y no, no te pido que corras por la calle con una capa mal puesta descolorida por la lejía que sin querer demarrarste encima. No te pido que comas chocolate restregándote ese preciado dulce por la cara. No. Lo único que pido es que vuelvas a ser tú, el chico de pelo rizado que veía el mundo con sus ojos castaños y no a través de filtros.
Fría. Tenebrosa. Oscura.
Para la mayoría somos así, criaturas que es fácil convertir en pesadillas. No tengo grandes dientes afilados, ni enormes ojos rojos inyectados en sangre. No tengo una risa desgarradora y tampoco me verás empuñando un cuchillo enfrente de tu ducha. Pero simplemente si quisiera infundir terror solo tendría que saludarte sin que tú lo hicieras.
Cuando sois pequeños jugabais con nosotros, algunas veces éramos el blanco perfecto para un chiste a medio contar, la mayoría relacionada con el aspecto que tengamos en ese momento. Un brazo más largo, una cabeza más pequeña, un tamaño abismal. Y no importa. No importa que nos pongáis vuestro pie encima.
Nosotros caminamos a vuestro lado, criaturas sin nombre, velando por vosotros cada día. Nadie mejor que nosotros conoce vuestros secretos, incluso aquellos innombrables.
Os protegemos en lo que podemos, y estamos con vosotros incluso en los peores momentos aunque penséis que estáis solos siempre estamos presentes, por desgracia no tenemos boca para hablar y decir todo lo que pensábamos aunque claro, si lo hiciéramos seguro que a algún que otro humano le daría un ataque.
En los últimos años no te he podido proteger, no te puedo salvar, no te consigo alcanzar. De nosotras existen muchas, pero yo soy la tuya y es el momento de salvarte de ti mismo. Hace tiempo que ando pensando en cómo ayudarte
Cuando tu aparato electrónico toque el suelo aunque solo lo acaricie por unos segundos, usaré toda mi fuerza para librarte de la esclavitud voluntaria en la que te has atado. Es un plan perfecto, una idea magistral. Nunca sabrás que fui yo quien mató tu móvil dejándolo lleno de grietas que se asemejan a mi actual corazón. Frunciras el ceño, te enfadarás y pondrás el grito en el cielo. Querrás ir a comprarte otro diferente, quizás lo consigas, pero durante unos minutos serás libre.
Y yo esperaré que tengas un descuido, que tu teléfono resbale de tus manos y entre en mi territorio.
Así que recuerda, cuando tus aparatos electrónicos dejen de funcionar sin razón, cuando se te caigan y la pantalla se vuelvan mil añicos no será cosa de gravedad ni por un cable suelto mal puesto.
Significará que tu gemelo oscuro, tu compañero de vida, te está intentando dar un mensaje.
Firmado con amor,
Tu Sombra.
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