Alberti se equivocaba

Alberti se equivocaba

Berta Guitián

20/09/2017

Que tu corazón su casa,

dijo el poeta que creían,

y se equivocaba.

Algunas vuelan al norte

de cabezas engreídas,

otras planean sobre migrañas,

hacia el sur del pantalón tendido,

bajo la falda de una estatua,

el este y el oeste de los tejados,

los portales de mil almas.

Ningún lugar está libre

del lucro de las migajas

que esparcen hastíos viejos

e inocencias todavía bravas.

Con trigo y agua disonantes

va agrandándose la plaga,

criada de falso civismo,

al manto de las estrellas,

del rocío y de la nevada.

Ni mares, ni cielos, ni corazones,

¡qué cojones!

Alberti se equivocaba.

Las ciudades son su casa.

Parques, aceras, cornisas,

esta, aquella y la otra plaza,

la esquina de cualquier calle,

la catedral, el burdel, la terraza.

El rincón más imposible

es susceptible de albergar

el acuchillamiento del lirismo,

de dejar en evidencia al poeta,

revistiendo de alegoría el cinismo.

Lástima del tiempo perdido

en exhibir pendones de paz,

cuando a kilómetros se divisa

tácita la amenaza de virus

inherente a un palomar.

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