Mi entrada al tire sin amor

Que crea en él
no significa que lo encuentre.

Acepté esa situación el mismo día que entré al sexo casual.

El primer chico fue curioso, su excitación medía 15 cm.
Eyaculó sin entrar, al instante mismo en el que me quité la última prenda.

«Todo bien, cariño», le dije, como si fuera una experta.
Una de las justificaciones para pertenecer a este grupo de
encuentros eróticos fue que
necesito un buen abrazo entre la semana.

Es que no te he llorado, Sandro.

La idea principal del amor que tenía era
perder la virginidad con el hijodeputa correcto. Fallé.
Me tragué uno de esos relatos incompletos e
incoherentes infantiles.

Con el segundo me enamoré.
Pero como pasa siempre,
después de muchos intentos para que yo confiara y
me entregara totalmente;
se fue.

Es que no te he llorado, Sandro.

Aún no comprendo el chiste de tener relaciones
con alguien que no te gusta intelectualmente.
Pero luego del último orgasmo
con una burla de actor porno que me hacía pensar en ti,
te lloré.

Sandro, por fin te lloré.

Y he decidido, después de unos cuántos extraños,
que prefiero sentirme,
masturbarme y seguir mi camino.
Porque no pertenezco a este compañerismo
de unas cuantas horas.

Devuélveme la ignorancia del querer.

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