En los postigos de la vida

la esperanza

da un cálido aliento sobre el vidrio,

renaciendo figuras y esfumándose

sobre el ayer que siempre avanza.

La muerte se pone el abrigo

y se aleja hacia el último ocaso,

allí esperará,

con un brillante racimo

de flores naranjas…

Abro la ventana a pedazos

y observo a los perros de la calle

en busca de tibios refugios,

mientras las tías hacen torta fritas

en formas de calientes corazones,

que lentamente suspiran

en los balcones pacientes.

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